7 héroes de la Edad Media que todo islamófobo debe conocer

A raíz de los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils, la Gente Entrañable se ha levantado en las redes sociales clamando por la defensa y la unidad de España. No podía ser de otra forma. Son personas sensibles, patrióticas y con mucho miedo a que las cosas cambien, además de nostálgicos de aquel caudillo que ponía orden a golpe de garrote. Por este motivo han decidido formar filas en una legión digital que ataca a diestro y siniestro despreciando a toda la comunidad musulmana, insultando a todo aquel que contradiga sus argumentos y proponiendo ideas más o menos extravagantes que supuestamente solucionarían los problemas de nuestro país, como retomar las expulsiones moriscas, iniciadas por el piadoso Felipe III en los inicios del siglo XVII.

Si bien en líneas generales no sorprende demasiado esta reacción en masa de centenares de votantes de derecha, ha habido un aspecto muy recurrente que me ha llamado la atención. Me refiero al afán de revivir y recordar a personajes y hechos históricos de un lejano y glorioso pasado de España que poco o nada tienen que ver con el momento actual, tal y como sucede en el anterior comentario.

Seré preciso. Soy medievalista de profesión. Me paso el día hojeando manuscritos de los siglos oscuros y ahora mismo intento poner fin a un libro muy rollizo sobre Rodrigo Díaz de Vivar, héroe indiscutible de nuestro país y nuestra literatura. Por este motivo siento especial debilidad al escuchar a gente hablar de la época que estudio cada día con tanta soledad en las bibliotecas. Me enternece comprobar que ciertos aspectos de la Edad Media siguen vivos en el imaginario colectivo después de cientos y cientos de años y me corroe una enorme curiosidad por ver qué significan para la masa de ciudadanos de a pie que conforman nuestra moderna sociedad. En este sentido estoy realmente fascinado por los numerosos comentarios que han inundado las redes sociales estas tristes semanas evocando a los grandes héroes.

Veamos algunos de ellos.

1. Rodrigo Díaz de Vivar, a.k.a. El Cid Campeador

Tan solo un día después de los atentados ya había algún cibernauta que quería resucitar a Rodrigo Díaz de Vivar. No valen “mariconadas”, no valen “corazoncitos, globitos y peluches”, no valen muestras de dolor y desconsuelo, afirmaba el exaltado. España necesita que el Campeador vuelva a lomos de su caballo Babieca y empuñe su espada Tizona. Viril, patriota, cristiano, así es como la Gente Entrañable ve al soberbio castellano. Parte de razón tienen, claro, pues no por nada recuperó Valencia en el lejano año de 1094 y la defendió de los almorávides con honor y valentía incluso después de muerto.

Pero el Cid, es necesario recordar, no era islamófobo: no luchaba contra los musulmanes por el simple hecho de ser musulmanes. El Cid, según las antiguas gestas, era sencillamente un vasallo ejemplar a las órdenes de Alfonso VI de León y se enfrentaba a todo aquel que se interpusiera a los intereses de su rey. De hecho, tenía algún amigo moro, como Abengalbón, señor de la Taifa de Molina. Así que si Rodrigo reviviera en este preciso momento, lo más probable es que enseguida fuese a pedir vasallaje a don Felipe y doña Letizia y haría con gusto, templanza y mesura lo que nuestros reyes mandaran, y punto.

2. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza

No puede ser, pensé al ver esta maravilla gráfica. Tres años haciendo una tesis doctoral sobre el Cid y no me he dado cuenta de que su segundo apellido –¡el apellido de su mismísima madre!– es Mendoza. Pronto salí de dudas y me sentí aun peor, pues mi valía como medievalista se vio cuestionada al desconocer que se trataba de un señor diferente. Gracias a la Wikipedia, comprobé que Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza fue un destacado militar a las órdenes de los Reyes Católicos que participó activamente en la Guerra de Granada. Claro está que el yelmo, la barba, la armadura de escamas y la cruz templaria de la imagen, al parecer bastante medievales, justificaban que en un primer momento lo hubiera confundido con su tocayo.

Así que, si yo había cometido un error como historiador, la entrañable persona que quiso transmitir su mensaje contra el Islam mediante esta composición no estaba libre de pecado. Con buena fe y demasiado ensueño, juntó de manera anacrónica un casco bajomedieval, una armadura propia de los romanos y los japoneses, el símbolo templario y el escudo de nuestra España de ahora junto al nombre de un tipo que poco o nada tenía que ver con estos atributos. Todo parece indicar que este cibernauta andaba bastante perdido. No obstante, decidí preguntarle, por si acaso.

Efectivamente, el pobre no tenía ni idea.

3. Don Pelayo

Esta es otra maravilla para los ojos, quizá aun mejor que la anterior, y distribuida en Facebook por el mismo exaltado. Lo cierto es que la Gente Entrañable nos da siempre muestras de una creatividad desbordante, como sucedió en las pasadas elecciones. En este caso, es natural que para transmitir su mensaje de unidad, grandeza y fuerza de España frente al Otro se haya acordado del primer monarca del reino de Asturias, que frenó la expansión de los musulmanes allá por el año 722. Lo que no logro entender es qué relación tiene con el planeta Saturno que se ve arriba a la derecha. ¿Es que Don Pelayo era un héroe melancólico? No sé. Ojalá alguien pueda resolvérmelo.

4. Santiago Matamoros

Por supuesto no podía faltar a la cita el apóstol Santiago el Mayor, de quien se dice que, a pesar de haber muerto poco tiempo después de Cristo, en el año 844 ayudó a los cristianos a matar a más de cinco mil moros en la Batalla de Clavijo mientras cabalgaba los cielos en su caballo blanco. Lo cierto es que este santo no mató ningún moro. Más bien fue una invención de un clérigo compostelano del siglo XII que quería atraer peregrinos a su localidad y que su iglesia se enriqueciera. Tomando como base alguna leyenda se atrevió a redactar un falso Privilegio de los Votos, por el cual un montón de municipios estarían obligados a hacer donaciones a la catedral jacobea para honrar al apóstol que intervino tan favorablemente en la batalla. El engaño coló y así hemos llegado hasta donde estamos, con más de mil imágenes de Santiago cortando cabezas de musulmanes al más puro estilo épico. Con tanto donde elegir, cabría preguntarse por qué nuestro entrañable cibernauta ha elegido una estatuilla que parece el típico caballito de juguete con el que nuestros abuelos pasaban las tardes cuando eran niños.

5. Isabel La Católica

Aquí tenemos el típico caso en el que un cibernauta se atreve a hablar en nombre de otro; y no en nombre de cualquiera, sino en el de Isabel La Católica. No sé qué es más grave: eso o precisamente hablar de limpieza cuando, según cuentan las leyendas, la misma reina prometió no cambiarse de ropa interior hasta conquistar Granada. De todas formas, quizá sea el caso más acertado históricamente hasta el momento, pues a pesar de haber garantizado ciertos derechos a Boabdil y el resto de musulmanes rendidos, poco a poco se fue encabronando hasta firmar con su marido en 1502 un decreto que les obligaba a la conversión o al exilio. No obstante, la fama de las expulsiones se la llevó, con razón, su tataranieto.

6. La familia de Pepe Ruiz Saavedra

Bueno, el discurso de este cibernauta casi me deja sin palabras. Es entrañable ver a alguien tan orgulloso de antepasados que no conoció nunca o que quizá incluso no fueran de su misma sangre.

7. El Caudillo

Es cierto: Francisco Franco no fue un héroe medieval, por mucho que sumiera a España en una oscuridad digna de la más tenebrosa mazmorra de aquellos tiempos. También debo reconocer que no he encontrado collages artísticos como los anteriores rogando por su resurrección para combatir el Islam –quizá esto se deba a que aun no han sido olvidados los cien mil marroquíes que le ayudaron a asaltar la Península, quién sabe–. Si he reservado el séptimo lugar para el generalísimo es porque, creo, tiene algo que ver con el fenómeno que hemos estado analizando en los párrafos anteriores.

No por nada, cuando empezó la Guerra Civil, los responsables de propaganda del bando sublevado se adueñaron de todo símbolo de la historia de España que pudiera ser patriótico. En los carteles, en la prensa y en los discursos empezaron a ser recordados personajes como El Cid, Pelayo o los Reyes Católicos y se evocaban de forma recurrente las cruzadas y la Conquista de América, entre otros tantos hechos legendarios de un pasado muy lejano. Baste ver, por ejemplo, la imagen que tenemos aquí arriba en la que aparece Franco como un cruzado justo debajo del caballo de Santiago. Toda esta imaginería, claro, se hacía para legitimar de algún modo el alzamiento: al resucitar a los viejos héroes y las antiguas gestas, la empresa de Franco se volvía más justa, más épica, más nacional, como si fuera una segunda reconquista que recuperara la grandeza del Pueblo ibérico de las hoces y los martillos que supuestamente lo estaban destruyendo. La propaganda franquista fue todo un éxito, no tanto por alentar a los suyos sino por crear un imaginario arquetípico para la derecha española que perdura hasta la actualidad. Así que por mucho potencial artístico que hayan tenido los seis exaltados islamófobos que hemos analizado hasta ahora, nada nuevo hay bajo el sol: los mismos héroes son recordados una y otra vez en cualquier contexto. Y así seguirá siendo.

Todos los comentarios que aparecen en este artículo han sido sacados de las siguientes páginas:
Yo siempre estaré con el PP
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YO voto al partido POPULAR
ISLAM FUERA DE ESPAÑA –EL ORIGINAL
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