Bien. Ya habéis compartido el tweet de Bisbal y la calle de Pablo Iglesias por millones. De paso habéis llamado ignorante al cantante. Pero resulta que el tweet era falso. Entonces los primos sois…
¡Vosotros!
Bravo. «Dondequiera asistimos al terrible espectáculo de que los peores, que son los más, se revuelven frenéticamente contra los mejores», dice muy apropiadamente Ortega y Gasset. Si Pablo Iglesias Jr. triunfa, enseguida saldrán 22 millones de comentaristas a difamarle. Si Bisbal triunfa, otros 22 millones de experimentados críticos musicales lo degollarán. Por lo demás, enseguida brotan también lumbreras que gozan de gran cultura y erudición y saben quién es el Pablo Iglesias original. Curiosa costumbre, que Diaz-Plaja retrata a las mil maravillas: «No sale una vez en la pantalla la Torre Eiffel sin que en la sala de cine se oiga a seis o siete señores decir gravemente a su esposa: ‘París…»
Enhorabuena a unos; doble enhorabuena a otros. Sabed que Bisbal es mejor que vosotros. ¿Le criticáis por tener éxito? ¿Porque al Pueblo le gustan su voz y sus movimientos de cadera? ¿Porque disfruta de lo que vive? ¡Decidme ahora mismo algo por lo que hayáis sido ampliamente reconocidos! Ni yo mismo ni esta humilde y pretenciosa revista en la que participo lo hemos conseguido, ciertamente.
Lo que Bisbal hace, lo hace bien. Cosa distinta es que el producto final sea despreciable. Lo mismo ocurre con mi aparato digestivo, que ejerce su función a las mil maravillas y al que debo mil satisfacciones, pero cuyo producto desecho casi inmediatamente, no sin antes echarle un guiño cariñoso y desearle buen viaje. ¡Hasta la vista, carne de mi carne! Aun así, hay quien disfruta de la coprofagia, y no encuentro motivo ultrarracional para criticarle, de igual manera que hay quien disfruta de las canciones de Bisbal. Ahora bien, como sugiere Eduard Punset, «si el número de coprófagos en España fuese lo suficientemente grande, qué duda cabe que los menús de nuestras bodas incluirían tiernas y cálidas defecaciones entre la ostentosa ración de marisco y el pretencioso secreto ibérico.»
Como, de hecho, las bodas incluyen canciones de Bisbal en el baile que les sigue. Porque, en realidad, ¿quién es el último responsable de ese deleznable producto musical, de esa papilla sonora mil veces mascada, mil veces digerida y mil veces defecada que vuelve a entrar en una nueva boca una y otra vez? Bisbal no, ciertamente, sino quienes la engullen. Son tus vecinos, tus hermanas, tus compañeros de colegio. Son España. Sois vosotros, masa ágrafa y embrutecida.
Vosotros, los aristófobos. Vosotros, los metafóricos coprófagos. Vosotros, los comentaristas sin programa, los críticos sin pluma, los eruditos sin cátedra. Vosotros, que lincháis a un muñeco de trapo para honrar a vuestra diosa Mezquindad. Vosotros, los crédulos, que hoy engullís un falaz montaje de una despreciable revista ultrarracionalista, y mañana asentiréis quedos ante las noticias del diario neorreaccionario El País u os incendiaréis con un titular marcadamente parcial de Público. Vosotros, los que elegiréis a mis próximos representantes políticos. ¡Acaso merezca tal castigo por acciones como ésta!
En cuanto a mí y a Homo Velamine, solo quiero decir que hemos hecho acto de contrición. Valga esta nota para dilucidar abiertamente y de una vez por todas que ese tweet es un montaje. Y acaso sirva para resarcir a David Bisbal de una parte del daño causado. Espero que así sea.
Bien. Leido esto, pedid perdón a Bisbal de inmediato. Podéis hacerlo aquí.
Y después ved más actos ultrarracionales.
5 ideas sobre “Bisbal sabe quién fue Pablo Iglesias.
Bisbal es mejor que vosotros.”
Una última palabra para vosotros, ávidos lectores: os amo. A pesar de mis duras sentencias: os amo. Aunque os desprecie: os amo. Si os veo por la calle, saludadme: sin duda os dedicaré unas palabras de afecto. Pero venid de pocos en pocos, que es cuando os puedo escrutar y apreciar, porque cuando sois muchos no conseguís más que despertar mi propia mezquindad.
JAJA
amenamame amigo <3vaya puta mierda. AVE