Cinco puntos para construir la Cataluña que queremos

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La historia de Cataluña es una historia de pugna por la libertad. Las elecciones que se celebran mañana son la última batalla: nos jugamos aparecer en la liga de los Pueblos que hicieron historia o pasar para siempre desapercibidos. Es la oportunidad para expulsar al tirano que ha usurpado nuestras instituciones e instaurar una República que satisfaga todas las necesidades del Pueblo.

Echando la vista atrás, la lista de ignominias de poderes extranjeros contra el Pueblo catalán es grande. Podemos pensar en afrentas recientes como la sentencia de un tribunal constitucional extranjero contra el Estatut en 2010, o los cuarenta años de opresión franquista tras la heroica defensa antifascista de Barcelona en la guerra del Estado Español. Sin embargo, nuestra fecha más señalada es el 11 de septiembre de 1714, que hoy conocemos como la Diada. En ella conmemoramos una derrota: la que sufrieron los federales Austrias frente a los centralistas Borbones, y que señala el fin de la independencia de Cataluña como tal.

El Pueblo catalán pide ayuda al Pueblo franco

Aun así, con anterioridad a esa fecha, debemos reconocer que la “libertad” de los reinos con los Austrias era fictícia. Baste recordar el lema de 1624 del Conde-Duque de Olivares, Multa regna, sed una lex («Muchos reinos, pero una ley»): la ley a la que se refiere es la de Castilla. Además, este sirviente del rey español Felipe IV se expresó con denigrantes palabras sobre de Cataluña:

Conde-Duque de Olivares: «Verdaderamente, señor Conde, los catalanes han menester de ver más mundo que Cataluña.«

Cataluña es una provincia que no hay rey en el mundo que tenga otra igual a ella… Si la atacan los enemigos la ha de defender su rey sin contribuir ellos la parte que deben ni exponer su gente a los peligros. El rey ha de traer ejército de fuera, le ha de sustentar, ha de cobrar las plazas que se perdieren, y este ejército, ni echado el enemigo ni antes de echarle, no le ha de alojar la provincia… Que se ha de mirar si la constitución dijo esto o aquello, y el usaje, cuando se trata de la suprema ley, que es la propia conservación de la provincia… Verdaderamente, señor Conde, los catalanes han menester de ver más mundo que Cataluña.” [Fuente]

Debemos remontarnos aún más atrás para observar al Condado catalán en todo su esplendor, su aetas aurea. Hablamos, claro está, de la Edad Media. Unos cuantos eruditos reaccionarios han mantenido la falsa idea de que durante los siglos oscuros, estuvimos siempre supeditados a las órdenes de los reinos vecinos. Sin embargo, baste recordar a Sant Jordi, el único héroe en la historia de la Península Ibérica que pudo derrotar a un dragón.

Para quien lo dude, baste traer a la memoria aquel conde del siglo IX que abogó por la autodeterminación de Cataluña frente al dominio franco. Wilfredo el Velloso, llamado así por la capa de pelo que le cubría la piel para aguantar el frío invierno mediterráneo, en vez de acatar las órdenes que dictaba el emperador carolingio, decidió ceder su título nobiliario a su propio hijo. No lo hizo mirando al beneficio propio, sino con la convicción de que era lo mejor para su Pueblo. Así, al establecer un linaje dinástico entre la sangre de Sant Jordi, marcó con hierro y fuego el sentimiento independentista en el corazón de todos los catalanes y catalanas.

Tal sentimiento no ha menguado ni siquiera ante las peores adversidades. Cuando, por ejemplo, Almanzor, caudillo de Al-Andalus, tenía asediados los territorios catalanes que virilmente se habían conquistado tiempo atrás, Borrell II tuvo que solicitar ayuda a los francos, quienes, atareados con sus propios conflictos internos, no quisieron ofrecerle ninguna. Más tarde, los francos exigieron retomar las relaciones pero Borrell no dio un paso atrás: ante las exigencias y amenazas tanto del invasor español como del europeo, declaró la independencia de Cataluña.

Con esta declaración de independencia en pleno siglo X dio comienzo el verdadero periodo de prosperidad de Cataluña. En 1162 el Condado de Cataluña se unió a Aragón, y juntos expandieron sus fronteras más allá del mar en un territorio que abarcaba un tercio de la península Ibérica, más de la mitad de la península Itálica y todas las islas entre ambas. En aquellos territorios vivimos un esplendor científico de la mano de Ramon Llull, un alquimista que, entre muchas obras, escribió el Libro del gentil y los tres sabios. En él, un catalán demuestra que el Cristianismo es superior al Islam y al Judaísmo, por lo que Cataluña se convirtió en el principal bastión de defensa de la religión verdadera, a pesar de que el Papa nunca ha querido reconocerlo.

Imperio catalano-aragonés en 1443

Es natural que los catalanes y las catalanas de hoy miremos a ese periodo como un paraíso perdido. Las elecciones de mañana pueden ser el momento de recuperarlo. Para ello, debemos posicionarnos como Borrel II, mirando hacia un futuro próspero, aunque como él, no lo lleguemos a ver. Volvamos la vista atrás, pues, y construyamos la Cataluña que queremos a partir del ejemplo de nuestros antepasados.

Cinco puntos para construir la Cataluña que queremos

1. Rescatemos la cultura de la virilidad que caracterizó a nuestros antepasados y que ya ha exhibido Puigdemont. Su primer reflejo ha de ser aumentar nuestra potencia bélica para protegernos de injerencias externas.

2. Volvamos a un poder autocrático, centrado en la figura del Président, y sustentado en la Teología. Este linaje estará encabezado por Carles I.

3. Reestablezcamos un derecho feudal basado en el vasallaje. De esta manera, cada microterritorio catalán será independiente entre sí pero a la vez estará supeditado de forma natural y fluida al dominio del Président. Esta organización del estado se complementará con las formas más avanzadas de organización asamblearia del 15M, para mantener contento al Pueblo más alborotador.

4. Renovemos los ajusticiamientos públicos en las plazas de los pueblos y ciudades para enseñanza y deleite del Pueblo. Los juicios serán directos y rápidos, uniendo los usos de esta etapa con las últimas formas de justicia online. Las primeras personas ajusticiadas deberán ser Soraya Sáez y su cohorte de invasores.

“No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.” (Quijote a Sancho)

5. Retomemos una economía medieval, basada en el sector primario, lo que nos permitirá volver a una agricultura de cercanía y orgánica. Se tributará no en Barcelona, hecho que los catalanes y catalanas de bien podrían llegar a considerar centralismo, sino al señor de cada feudo.

Con estas medidas y la lección que el Pueblo catalán va a dar mañana a los usurpadores y usurpadoras, nuestra nación estará preparada a comenzar una nueva era de prosperidad y a rechazar a invasores que, como el ISIS o las voces que reivindican la vuelta del Imperio Romano, quieran devolver Cataluña a un tiempo anterior.

¡CATALUÑA UNA!

¡CATALUÑA GRANDE!

¡CATALUÑA LIBRE!


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