Desnudando a España

Willy Toledo - España

Mugardos, 25 de octubre de 2.015

Querido Anónimo,

¿Ha leído usted la entrevista a Willy Toledo en El Agitador? Le envío el recorte en este mismo sobre. No me puedo resistir a hacerle algunos comentarios, esperando que usted también me haga conocer sus lúcidos análisis.

Qué tarde comprendí, don Anónimo, que cuando llamaban cineasta “judío” a Woody Allen era como si llamasen cineasta “católico” a Almodóvar. El adjetivo no define su devoción religiosa, sino la tradición cultural en la que han nacido y crecido, les guste o no. Leyendo en esta revista las declaraciones de Willy Toledo sobre el 12 de octubre, después de cagarse por Twitter en la Virgen del Pilar, “en los conquistadores codiciosos” y en “la conquista genocida de América”, ¡qué indigestamente católico y español se nos revela Willy Toledo! Reniega mucho, que es una forma de devoción a la inversa, y sería magnífico que algún día anunciase su conversión o reconversión al catolicismo, como Saúl de Tarso o Fabio McNamara.

Willy Toledo dice esas cosas porque asume un sentimiento de culpa retorcido, peor que el del pecado original, que por lo menos se limpia con el bautismo y te hace responsable del resto de tus pecados. Con este planteamiento no; con este determinismo atroz y pseudocalvinista eres culpable por pertenecer a un país, a una época, a una etnia o incluso a un sexo biológico por nacimiento —es decir, por cuestiones que no se eligen—, para toda la vida y sin posibilidad de redención, sólo de flagelación. En sus declaraciones hay algo de tribal, como en la moral de las vendettas italianas en las que un señor mata a otro porque sus tatarabuelos también se mataron: “sangue chiama sangue”. O sea, la sangre, los genes o la tribu como portadores de la culpa, el honor, el deshonor o la vergüenza. ¿Que yo soy descendiente y responsable de lo que hicieron los conquistadores? No, gracias; a otro perro con ese hueso. Es como si culpásemos a los niños alemanes de las barbaridades que hicieron los nazis, a los franceses de las que hizo Napoleón o a los actuales mexicanos de las que hacían los aztecas. ¡Tremendo concepto de la libertad y la responsabilidad! Sin duda debe de tratarse de eso que algunos llaman «izquierda reaccionaria».

Esperando su respuesta, le saluda cordialmente,

José Luis Pérez

 


 

La Meseta, 29 de octubre de 2.015

Querido José Luis,

Ah, cómo me han recordado sus palabras a esta descripción fundamental que hizo Max Aub sobre Luis Buñuel: “Tan poco católico como puede serlo un español, que no es mucho”. El propio Buñuel sumariza que “creer y no creer es la misma cosa”, o en nuestro caso: “amar y odiar a España es la misma cosa”. Tal vez podamos decir que una persona es española cuando España le causa un sentimiento fuerte, ya sea éste agrio o entusiasta, y no lo es cuando siente indiferencia.

Esta definición me parece interesante, además, porque incluye en sí la característica fundamental de todo español: el querer deshacerse de “los otros españoles”. El propio Toledo llega a decir que “ama a España”, pero a una España: “la de Machado, Miguel Hernández, Cernuda”, etc. Lo que no deja de ser lo mismo que podría afirmar un derechista: yo amo a España, pero quíteme de enmedio a los perroflautas, los rojos, los guarros y tal y cual. Pero hemos de admitir que, en el fondo, España solo se entiende con entrambas partes, y ni los Machado, Miguel Hernández o Picasso que nombra Toledo hubieran podido hacer lo mejor de su obra (sin ir más lejos, El mañana efímero o el Guernica) sin esa otra España “inferior que ora y bosteza”. Ahí reside la maldición y la fortuna de España: la «España Negra» es la que catapulta a los grandes nombres de la, llamémosle por oposición, «España Blanca». ¡Y aún pretende Willy Toledo acabar con ella! ¿Acaso ello no supone acabar con España misma? ¿No sería acabar con la inspiración de nuestros más grandes nombres? Sin esa «España Negra», ni Goya, ni Quevedo ni Larra hubieran tenido donde apoyar sus obras maestras.

La España Negra, musa de los grandes nombres de España
La España Negra, musa de los grandes nombres de España (José Gutiérrez Solana: «La visita del obispo», 1.926)

Sea como fuere, Toledo se siente plenamente español, como un etarra o un falangista, aunque no lo sepa o no lo acepte. La diferencia entre unos y otros sea tal vez ese sentimiento de culpa que tan bien acierta usted a retratar. Si la humanidad carga con el pecado original, la progresía española carga con la culpa de la españolidad. No es malo, y creo que eso pone a la progresía en un nivel superior a la carcundia porque significa que existe autocrítica. Pero ocurre a menudo que ese sentimiento de culpa consume todo pensamiento o posibilidad de excelencia, y entonces resulta extremadamente pernicioso.

Pese a todo, alegrémonos, amigo José Luis, porque aquí está aún España, una «deformación grotesca de Europa», sí, pero aún digna de pertenecer a ella a pesar de la carcundia, digna de llamarse España a pesar de la progresía, y viva a pesar de las heridas de muerte que le propicia el Pueblo.

¡El Pueblo! Otro tema que me gustaría discutir con usted, pero no ahora, porque va dando la hora novena y el deber alimenticio me llama.

Vaya usted con Reilly,

Ano G.

José Luis Pérez es CEO de El Mentidero Ediciones
Anónimo García es condestable de Homo Velamine

No se pierda la segunda parte: “Desnudando al Pueblo

 

Eh, ya que pasa usted por aquí…

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