Los jueces y periodistas adversos trajeron ante Mariano a unos políticos que habían sido sorprendidos en fraude y, poniéndolos en todos los periódicos, dijeron a Mariano: «Presidente, estos políticos han sido sorprendidos en flagrante desviación de capitales. Suárez, en la Constitución, nos ordenó encarcelar a esta clase de políticos. Y tú, ¿qué dices?» Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Mariano desapareció. Como insistían, apareció en una pantalla de plasma y dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra».
Al oír estas palabras, todos los españoles se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Mariano quedó con los corruptos, que permanecían frente a la pantalla de plasma, y les preguntó: «Camaradas, ¿dónde están vuestros acusadores? ¿Nadie os ha condenado?» Ellos le respondieron: «Nadie, Presidente». «Yo tampoco os condeno», les dijo Mariano. Idos, no robéis más en adelante».
Juan 8, 1-11