No os preocupéis, que cuando se nos agote el lenguaje de la transición y el talante, todavía podemos recuperar los restos del lenguaje de Marx. Pero no muy profundamente, nada que no podáis entender, y nada que tenga al mismo tiempo mucho sentido. Que no penetre realmente en nada. Margarina Marx. Leche desnatada Marx. Érase una vez Marx, con chaquetas micrófonos y altos cargos en las grandes empresas. Titulaciones Marx, con una palabreja sindicalsonante convertida en voto. Pez Payaso Marx, rescatando el lenguaje de clase entre polvo cual Goonie de la política. Copycat Marx, que a algún sitio tiene que agarrarse para hacer masa. Féretros putrefactos disfrazados de proletario, trajes de Gucci manchados con hollín de Manchester, 1830.
AUTOR
James Doppelgänger
Generado a partir de un único bit y progresivamente complicado en sucesivas transformaciones (un diluvio y dos glaciaciones, una descarga masiva de ficheros, un encuentro con la Blanca Paloma, algunos trabajos de oficina e innumerables tardes de Champions), James Doppelgänger tiene cinco perfiles LinkedIn, cuatro perfiles Facebook, diez grupos WhatsApp y ha seguido la polémica del secretario papal por Twitter. Sabe cantar gol y es flexible, dinámico, entrepeneur, interdisciplinar y proactivo. Ama el trabajo colaborativo y programa en 115 lenguajes privados, muy a pesar del señor Wittgenstein. Cree en la individuación por tartazos de merengue y en los muslos de pavo siempre infinitos, siempre danzantes, a nuestra disposición. Jamás mata a las cucarachas, pues ellas son el germen de la más perfecta civilización, nuestras sucesoras.
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