“Aunque la democracia no existe, la mera posibilidad de su existencia sería indeseable”.
En estos términos se lamentaba el filósofo ultrarracional James Doppëlganger en la conferencia España sin (un) Franco en 2014.55 Tres años atrás él había participado junto a otros miembros protoultrarracionalistas en el 15M: cortamos el Paseo del Prado con Juventud sin Futuro en abril de 2011, pasamos noches junto a Democracia Real Ya en la Puerta del Sol en mayo de ese año, y participamos en las decenas de manifestaciones que siguieron. Tal vez nuestra mayor contribución fue empapelar humildemente Madrid con carteles con el mensaje “Sol es la nueva Bastilla”, en los que aparecía la Libertad de Delacroix con una bandera española y una rosa, en lugar de la francesa y el fusil, respectivamente. Intereconomía, paladín de la Edad de la Opinión, se hizo eco de la pancarta instando irónicamente a que los acampados “desempolvasen la guillotina”; mientras que Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, se apropió más tarde del lema, acusando a lxs indignadxs de “querer convertir Sol en la Bastilla”.


Cinco años más tarde volvimos a acampar en la Puerta del Sol, esta vez con mensajes inversos: el “No nos representan” se convirtió en “Sí nos representan”; el “We are the 99%” de Occupy Wall Street se convirtió en “We are the 73,2%”, en referencia a la participación de las elecciones celebradas en diciembre de 2015, que habían dado la victoria al PP. Porque, a pesar de las gravísimas noticias sobre sus casos de corrupción que compartíamos insistentemente en Facebook, el PP ganó en casi todos los comicios electorales siguientes: mayo de 2011, noviembre de 2011, agosto de 2012, mayo de 2015, diciembre de 2015 y junio de 2016. Mientras, la inercia del 15M llamaba a rodear el Congreso contra “una investidura ilegítima”. ¿Dónde queda la razón del Pueblo, cuando este reelige la causa de sus desgracias? ¿Dónde la razón de un movimiento impulsado por un colectivo denominado Democracia Real Ya, llamando a la insurrección contra un gobierno elegido libremente?

Así que nos dimos a analizar por qué. Descubrimos lo mismo que anunciaban los dadaístas, pero que internet hacía ya patentísimo de forma impúdica: que la idea de la razón como motor de la historia no había sido más que una ilusión, y que nunca ha servido para explicar la realidad. Toda acción humana se realiza por antojo y luego la razón busca las vueltas para justificarla, en lo que hemos dado a llamar “ultrarrazones”. De esa manera, podemos hablar de «ultrarrevolución»: los movimientos progresistas post-15M, como el feminismo, no atacan tanto a una élite de poder sino a la estructura inherente en la sociedad, de la que el Pueblo es plenamente partícipe. Éste, por tanto, no hace una contrarrevolución jaleada por el poder que está siendo atacado, sino que hace una «ultrarrevolución» de pleno derecho.
La ultrarrazón resulta muy útil para estudiar la producción artística y discursiva del Pueblo en internet y para poder compararla con las ansias revolucionarias de los intelectuales del siglo XX. Es lo que exploramos en nuestra publicación Post-arte: La obra de arte en la era de la comunicación digital. Pincha en las cajas de abajo para leer más.
Notas
55 España sin (un) Franco fue un congreso de pensadores nacidos después de la muerte del dictador, organizado por el filósofo Ernesto Castro y el Cendeac (Centro Nacional de Documentación y Estudios Avanzados en Arte Contemporáneo) de Murcia. Según palabras de Castro, se trataba de dar “una oportunidad académica a todos esos pensadores que no tienen otro lugar en el que expresarse que no sean las redes sociales, en rescatar institucionalmente a toda esa generación de intelectuales que han quedado reducidos a la condición de trols por las inercias endogámicas de la industria editorial y del Ministerio de Educación y Cultura. El implacable ninguneo al que ha sido sometida mi generación durante esta última década ha hecho que ni entonces (en 2012) ni ahora (en 2019) sea posible organizar un congreso potable y exhaustivo de ensayistas millennials, ya que la mayoría de ellos se encuentran autoinvisibilizados detrás de un pseudónimo o un alter ego digital. Yo he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por internet”. [En Satan, Mr. y Doppengänger, J. (2019) Homo Velamine #15 Ultrarracionalismo].