Lector: lo que vengo a decir no es nuevo. Ya lo hicieron Mariano J. de Larra, Federico G. Lorca y Joaquín J. Sánchez, y dudo que yo lo pueda expresar mejor. De modo que le animo a que clique en sus nombres y lea sus textos. Abandone esto, no importa si nadie lo lee: me bastará con haberlo sacado de mí. Váyase, de verdad. Lea mejor esto, esto o esto otro.
Bien, ya que ha decidido quedarse seré claro: le odio. No le puedo soportar. Me lee con afán de crítico resabido, garante de la puritanidad estilística y moral. Su tiranía es absoluta, arbitraria e irracional, y no permite excepción ni perdón. Cargo con su yugo aún en peores condiciones que las de un esclavo con su señor. No ya por el necesario rigor de lo que expongo en mis escritos, cuya advertencia es imperiosa si falta, sino por los detalles formales o su incomprensión lectora. Así, alargo y deformo los textos para satisfacer la sed despótica del lenguaje inclusivo; aburro con exposiciones planas, extirpada toda metáfora o exageración para evitar el dedo acusador de las neuronas choriciacas y los rigurosísimos academicistas; evito los chistes e ironías por si resultan ofensivas al más delicado de los miembros de tal o cual colectivo, u opacas a este o aquel iletrado biempensante. Etcétera.
Así es: cuando escribo, tiemblo. Por mis necesidades alimenticias paso parte del día conjugando letras, y lo hago con miedo constante al comentarista de Facebook, siempre dispuesto a jalear el pensamiento canónico y disparar su cañón ante cualquier violación de la neolengua y la unimoral. Facebook, que brinda con demasiada facilidad la posibilidad de autoeregirse crítico, debería estar vivamente restringido a quien no puedan hacer un uso decente y productivo de él, como también habría de pasar con el derecho a voto, los automóviles, la carne y tantas otras cosas.
Hasta que eso llegue, aún nos queda Homo Velamine.
Y ya que el amable lector ha llegado hasta aquí a pesar de los insultos vertidos sobre su persona, tengo el gusto de invitarle este mismo jueves 28 a La Subastada, la primera tertulia ultrarracionalista, donde podremos explayarnos contra su persona abiertamente y no a través de una tecla. ¡Hasta entonces!
Una idea sobre “El público”