Hay series que triunfan porque tienen «capas» de lectura. Les pueden gustar tanto a un niño como a una licenciada de Harvard. El ejemplo clásico son las temporadas 5-10 de Los Simpsons, que gustan chavales por los gags simples, pero cuya lectura se enriquece conforme van creciendo.
¿Qué partido político logra gustar a tantos niveles? Desde luego el PP: el partido del campesino y del intelectual a la vez. A la plebe le gusta por la teodicea que genera, que dota de una respuesta real al problema del Mal y a la pregunta por el sentido de la vida. A los intelectuales más o menos conservadores les gusta como ejemplo claro de realismo político y como partido estable, único capaz de llevar a cabo los planes de forma definida en Cataluña. Es un caso obvio de «Partido del Padre», que actúa conforme a la convicción y a la tradición en estos tiempos postmodernos de confusión generalizada. Actúa como Franco, creando un marco de referencia estable.
Ahora bien, ¿Podemos satisface de igual manera al plebeyo y al intelectual? Ha sido el único partido político que, apostando por lo mismo que el PP, cierta transversalidad, ha expulsado de su partido a las dos capas, tanto a los intelectuales como a los cuñados. Se ha quedado con una capa de gente extraña y con el corazón partido constantemente. Solo captan el foco cuando hacen cosas que son un chiste a ojos del cuñado, y un mal chiste a ojos del intelectual, por carecer por completo de un sentido maquiavélico para atraer a las «Masas-masas». El último ejemplo es el caso de la «portavoza» como ocurrencia subjetiva frente a un PP que habla de crecimiento económico, de que ya no hay prima de riesgo, de que nos acercamos a una ocupación de 20 millones de personas, etc.
Sin embargo, ¿gana quién apuesta por los plebeyos y los intelectuales? ¿O quién tiene una estética que apele de forma aséptica a Lo Bueno, Lo Bello y Lo Verdadero? Esto habrá que verlo en las próximas elecciones, ahora que la izquierda se ha vuelto a desmoronar y ya no existe el miedo cuñado a Podemos. En este contexto, muchas de las personas que votaron al PP con asco contra la opción política que más miedo daba ahora se harán de la causa naranja. Pero Ciudadanos, ya en la propia elección de C’s como signo (que denota que se ha estudiado inglés) apuesta por una mitología del joven preparado, de entrevista de trabajo, de gente que se la chuparía a Draghi, a Barroso o a quien hiciera falta para conseguir ese puesto de empleo. C’s es diapositiva, frase célebre y rodillera. ¿Pudiera levantar la compasión de la abuela en la última hora, al recordar al nieto? Esa estética de «Lo Preparado», que no deja de ser la bastarda mentalidad LinkedIn, ¿puede ser la nueva teodicea? «El sentido de la vida está en la espera en tanto buscar trabajo estando preparado», «El sentido de la vida es tener un C1 de inglés», etc.
¿Puede esto funcionar? ¿Conseguirá la estética que juega Ciudadanos ganar las próximas elecciones? ¿Conseguirá superar al pase estrella del PP, la paellada popular en entornos rurales? Difícil. El cuñado y la intelectual, la preparada y el obrero, el cosmopolita y la provinciana: toda España converge en la paellada, entidad multicapa cañí por excelencia. Ni siquiera Inés Arrimadas, que con su físico atrae al voto cuñado, podrá superarlo.