Florentino Pérez y los agitadores de banderas

Con la excusa de «aficcionar a Letizia«, fuimos a ver el desfile del Día de la Hispanidad. Era nuestra primera vez, pero encontramos lo que cabía esperar: pijerío clasista cañí, personas con ideas políticas vintage (aka franquistas) y Pueblo depauperado que se da a sí mismo la falsa moral de una bandera. Nada nuevo por ese lado, pero muchas cuestiones sin resolver: la superficialidad de los estados-nación, tanto de quienes defienden los antiguos como de quienes quieren crear nuevos; la revisión del colonialismo a base de memes en Facebook, y el rancio simbolismo militar del Doce de Octubre.

En primer lugar, el desfile del Día de la Hispanidad es otro de tantos eventos que ponen sobre la mesa el problema de la identidad española. Allí había solo un tipo de españoles, los de la corta vista y la mano ancha, para quienes la bandera es principio y fin de todo objetivo vital, remedio a todos los males y justificación de todas las cosas. Esos españoles aprovecharon la ocasión para llamar «okupa» a un presidente refrendado por una mayoría parlamentaria, es decir, por los represetantes de una porción más grande de Pueblo, pero de un Pueblo que para ellos no merece ser español.

El enemigo hoy no son los conquistadores, sino Florentino Pérez, que viola derechos indígenas mientras canta Empleo y Gol.

El otro tipo de españoles, los de la vista larga y la poca maña, para quienes la bandera es principio y fin de toda ignominia, se quedaron en su casa compartiendo memes de no sé qué genocidio de hace tantas centurias. Para ellos España es el pecado original, y Franco su último profeta. Cargan con su españolidad como Cristo cargó su cruz hacia el Gólgota. En esos memes hacen un acto de contricción que nadie les pide, cayendo en el clásico anacronismo izquierdista de juzgar el pasado desde el futuro. No entiendo porqué tenemos que pedir perdón por algo que ocurrió hace cinco siglos, así como tampoco voy a exigir grandes represalias contra los ganadores de la Guerra Civil, a estas alturas. Son partes horribles de nuestra historia, que tenemos que aprender para revisarnos hoy y no repetirlas mañana.

Lo que sí tenemos que hacer es vigilar nuestro postcolonialismo moderno, como las ayudas de la AECID a países latinoamericanos, que más que para paliar pobreza sirven para allanar el camino a proyectos empresariales Marca España. O los intereses de Florentino Pérez, que viola los derechos de activistas indígenas mientras canta Empleo y Gol. Es el caso de Bernardo Caal, encarcelado por oponerse a la construcción de una presa de la empresa Cobra, filial de ACS, en Guatemala.

Este es el colonialismo capitalista contra el que hay que luchar con todas nuestras fuerzas, y decirles a los beatos de España que no todo vale. Esa es la bandera que los pueblos de latinoamérica pueden odiar, y no la de hace quinientos años.

Tres anécdotas del Pueblo en el desfile

(1) Un tipo vendía banderas mientras profería eslóganes aleatorios como «Cataluña me come una uña».

(2) Pasaba la Legión, que despertaba especial devoción entre los asistentes. Se oyeron muchos «¡Viva la Legión!», que eran correspondidos con un «¡Viva!». Así que, para hacernos valer como parte del grupo, gritamos «¡Viva Millán Astray!». Estábamos ya preparadas para recibir los vítores y la admiración del Pueblo por nuestros conocimientos sobre historia militar española, pero nadie respondió ? Aquí el vídeo

(3) Cuando ya acabó el desfile y el Pueblo se iba marchando, nos cruzamos con un par de familias que iban juntas y tenían unos ocho niños en total. Padres e hijos vestidos igual, con diversos tonos de marrón, camisas blancas con rayas finas, pelo para un lado y un pequeño mullet. Madres e hijas vestidas igual, con diversos tonos de marrón, incluido el pelo, y pendientes de perla gordos. Todos llevaban símbolos patrios, visibles e invisibles. Acababan de pasar un día estupendo viendo desfilar a todas las fuerzas y cuerpos de seguridad de España, y ahora tocaba comer. Elegir dónde había supuesto una dura negociación, pero ya había un claro ganador.
– ¡Síííí! ¡Burguer, burguer, burguer! -oimos que los niños gritaban a coro mientras agitaban con más impetu sus banderas de España.
La refinada Grasa del capitalismo, con sus coloricos alegres y formas asépticas que disfrazan de gozo la depredación, gana el corazón de los infantes sobre la pringosa Grasa cañí, tosca y cruda, donde aún se adivina sufrimiento y músculo.
Bueno, no importa que los niños no pidan torrezno, al menos el burguer es de nuestros amigos los americanos. Lo importante es que no pidan kebab.

¿Qué hacer con el desfile militar?

¿Por qué en el Día de la Hispanidad no desfilan, además de militares, profesores o quincemayistas?

Volviendo al desfile de la Hispanidad, le cabe la merecidísima crítica de ser puramente militar, que perpetúa la unión bandera-ejército-colonialismo a la que sólo se puede sumar la España de la caspa y el torrezno. Ver desfilar a los distintos cuerpos del ejército es, por qué no decirlo, formidable, pero ¡es tan del siglo XX! Dejémoslos para el regocijo de las gentes simples que no ven más que peligros por doquier y necesitan la seguridad de la fuerza bruta, pero ¿por qué no añadirles escuadrones de otros colectivos muy necesarios para la construcción de una España mejor, con lazos más sanos con Latinoamérica y el resto del mundo? Entre militares y militares ya desfilan bomberos y ambulancias: sumémosles el profesorado, personal de ONG, activistas por los derechos humanos, una representación del 15M, etc.

Tal vez entonces los grupos izquierdistas se sientan más integrados en este desfile que debiera ser de unión dentro y fuera de nuestras fronteras. Y, ya que no podemos cambiar la historia, celebremos lo bueno que nos ha dejado: que un urbanita europeo puede entenderse con una mujer indígena que vive en medio de la selva. Y no solo como el turista que pide alojamiento y comida, sino en toda su extensión: conocer sus problemas, sus intereses, sus luchas y su estilo de vida. Y, juntas, acabar con el asqueroso colonialismo moderno de Florentino Pérez y sus agitadores de banderas.

Fotos por Morticia Castiza

 

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2 ideas sobre “Florentino Pérez y los agitadores de banderas”

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