La Edad de la Opinión

La realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existentes.
Guy Debord

Los dadaístas eran expertos en crear noticias falsas. Los surrealistas querían sistematizar la confusión del mundo de la realidad. Los situacionistas llamaban a tomar los medios de comunicación de masas, aprovechando “que los estudios de radio y de televisión aún no están vigilados por las tropas del ejército”.69 Los culture jammers tenían por objetivo alterar el flujo comunicativo del poder hacia el Pueblo, interrumpiéndolo, resignificándolo o creando noticias falsas. Una vez roto el espectáculo se rompería uno de los principales yugos del Pueblo, creían.

Hoy su sueño se ha hecho real. “Vivimos en un bombardeo constante de hechos alternativos, fantasías fabricadas y opiniones sesgadas diseñadas para atraer nuestra curiosidad y hacernos clickar en historias para comprar, creer o hacer algo”, dice en su blog el eterno promotor de noticias falsas, Joey Skaggs, en 2019. Efectivamente, la proliferación de bulos y desinformación es un hecho ya intensamente analizado por miles de periodistas en miles de medios de comunicación, y es de sobra conocido. Aún así, millones de Homo velamine71 siguen creyéndolas y difundiéndolas.

La competición de los medios de comunicación por megustas da un poder inaudito al Pueblo. Inciden en temas de escaso valor informativo porque las masas distraídas no tienen grandes demandas de saber sino que requieren llenar su tiempo de la manera más divertida posible. Es el neoliberalismo informativo.

Observemos el fenómeno en comparación con los movimientos que hemos repasado en la primera parte de Post-arte: La obra de arte en la era de la comunicación digital y su afán de deformar el prisma de la realidad. En primer lugar, tal y como esperaba Mark Dery en el manifiesto jammer de 1993, los medios de comunicación han dado paso a innumerables canales de noticias. Ello supone una gran presión para los medios tradicionales, que tienen que competir a megustas, lo que da un poder inaudito al Pueblo. A menudo tratan temas de  puro entretenimiento y escaso valor informativo, porque las masas distraídas no tienen grandes demandas de saber, sino que requieren llenar su tiempo de la manera más divertida posible. En internet, como en el cine, la crítica y disfrute van indisolublemente unidos. El usuario somete a prueba, evalúa y vota, democratizando las noticias.72 Si con el cine esto condujo a su hollywoodización, en el periodismo ocurre lo mismo: la información se adapta a los gustos del Pueblo, e incluso los temas ligeramente más importantes son encabezados por titulares amarillistas que a menudo apenas se corresponden con el cuerpo de la noticia. Es la democracia del like, la dictadura del Pueblo.

Ante este hecho, los nuevos medios “alternativos” no tienen ningún filtro de rigurosidad ni de mesura periodística, y alteran cualquier tipo de noticia o de titular (el détournement situacionista) para reforzar posiciones ideológicas o generar más clicks. Ello hace que la figura del gatekeeper de los medios tradicionales, que decidía qué entraba y qué no en el planillo o en la pantalla y salvaguardaba la calidad y la rigurosidad, se desvanezca: ahora todo vale si trae más clicks. Se genera así una incesante rotación de noticias, ya sean falsas, verdaderas o absurdas.

Gabriella Coleman: «Las fuerzas más reaccionarias han usado claramente mejor las herramientas digitales.»

Estos nuevos canales, efectivamente, desafían el constructo mediático mainstream. Degradan al espectáculo del poder en términos situacionistas: algunos de sus eslóganes son “La información alternativa”, “Políticamente incorrecto”, “El sitio de los inconformistas”, etc. Son los lemas de La Gaceta, Mediterráneo Digital y Okdiario, que hacen realidad el paradigma que anunciaba Dery: “Interactivo en lugar de pasivo, nómada y atomizado en lugar de estático y centralizado, igualitario en lugar de elitista, un mundo no mediado por autoridades y expertos”, que sacan a la luz movimientos enterrados por los gatekeepers por lo extremo de sus ideas… ¡antirrevolucionarias! Lo explica la experta en ciberactivismo Gabriella Coleman: “Existía la idea de que eran mayormente las fuerzas progresistas las que podían aprovechar las herramientas digitales más y mejor, y que las fuerzas más reaccionarias no tenían las habilidades necesarias para explotarlas de la misma forma. Pero claramente lo han hecho, y en los últimos años lo hemos comprobado de la forma más dramática posible. No, no lo vimos venir”. La mecha prende fácil: los mensajes identitarios de la derecha reafirman más al Pueblo en sus creencias que las continuas deconstrucciones que exige la izquierda postmodernista.

Internet permite que nuevas plataformas desafíen el constructo informativo mainstream.
Desbancando al gatekeeper. Lo que antes era mainstream, luego estuvo enterrado pero latente durante cuatro décadas, para ahora volver a reclamar (y conseguir) su espacio gracias a las nuevas tecnologías. La imagen es una foto de perfil de la usuaria de Facebook Raquel P.

Vídeo: Auto-détournement falangista. Las marchas conmemorativas de La Falange no tienen cabida en los medios tradicionales. Sin embargo, YouTube es un canal propicio para subirlas y difundirlas, en este caso con música de Rage Against the Machine, un grupo heredero del punk cuyo mensaje es marcadamente revolucionario y antiimperialista. En este vídeo La Falange usa la canción Wake up, que hace referencia al movimiento por los derechos civiles afroamericanos en Estados Unidos con terminología marxista y versos como “bomb a left upon the fascists” (“dar un zurdazo a los fascistas”), si bien es cierto que solo aparece la última parte de la canción. Compárese con la idea de Debord y Wolman que ya mencionamos en El gran degradador de tergiversar la película racista Birth of a Nation poniéndole una banda sonora “que hiciera una denuncia de los horrores de la guerra imperialista y de las actividades del Ku Kux Klan”.

Por otra parte, la cantidad de artículos que pugnan por el tiempo de los usuarios hace que muchas personas medien con la realidad solo a través de titulares que, como hemos visto, son abiertamente tendenciosos. La sobreinformación conduce al infraconocimiento, y las dinámicas económicas y políticas de internet están sometiendo al Pueblo a la “iluminación del ignorante”. En un ejercicio clásico de ultrarracionalismo, usar la razón para justificar apetencias, el público da por buenas las noticias que refuerzan su cosmovisión del mundo, y rechaza como parte de un complot de estamentos de poder de signo opuesto las que lo contrarían. Como sugiere la doctora en Literatura Comparada Clara Martínez Nistal, los bulos informativos se asemejan a la obra de ficción en el contrato que se establece entre emisor y receptor: “La voluntad de mentir viene siempre acompañada de una voluntad de creer”. Solo que este contrato traspasa todas las capas de la vida, y construye los mitos por los que el Pueblo se define como si fuese una congregación de fans de Star Wars 24/7, pero con el PP o el PSOE en su lugar.

Analizamos un caso práctico de desinformación: el Tour de La Manada

Este refuerzo conduce inevitablemente al insulto. No es la invención total lo que define una noticia falsa, sino su enfoque inequívoco: generar odio. Las historias de buenos y malos que sintetizan en sus titulares, o las connotaciones negativas de las palabras o imágenes que usan, están dirigidas a minusvalorar un colectivo o individuo. Su influencia queda patente en la tercera vertiente de la sociedad del microespectáculo, la política, y hace que personas que por lo demás son buenas vecinas y ciudadanos ejemplares se entreguen al insulto desaforado. Es la “Gente Entrañable”, personas que muestran en el desprecio a lo ajeno su adhesión al grupo, una necesidad que es tan vital como las fisiológicas y que internet satisface de manera muy efectiva. Como dice el psicólogo social Erich Fromm, “la necesidad de relacionarse con el mundo exterior, la necesidad de evitar el aislamiento posee carácter ineludible. Sentirse completamente aislado y solitario conduce a la desintegración mental, del mismo modo que la inanición conduce a la muerte”.76 Esto queda muy patente en las ristras de comentarios que repiten una y otra vez las mismas ideas o, en este caso, los mismos exabruptos.

Razonomator: La app que usa La Razón para generar noticias

Esta proliferación de noticias falsas no rompe el espectáculo o la hiperrealidad sino que lo redirige hacia puntos cada vez más fantasiosos y extremos: la denominada post-verdad. A ello también ayudan las declaraciones de políticos y personalidades en busca del like, y las piezas de post-arte difundidas en Facebook o WhatsApp, que más adelante abordaremos. Es, por fin, la gran crisis de la razón: el Pueblo, que ahora puede reforzar sus creencias irracionales con la Grasa informativa que más le conviene, está dejado totalmente a la deriva de sus apetencias. Ya no hay verdades universales a las que aferrarse o subvertir: todo es cierto si hay una masa suficiente de personas dispuestas a creerlo. Es la Edad de la Opinión.

Tan válida es la sentencia de Alicia como la respuesta de Paz. En la Edad de la Opinión lo importante no es buscar la verdad sino defender el dogma.

Experimentos con desinformación.

Homo Velamine ha hecho varios actos ultrarracionales con bulos informativos para testear la credulidad del Pueblo. En uno de ellos creamos un artículo con el titular “El podemita José Luis Galeón: ‘Todos los subnormales votan PP”, cuyo propio texto aclaraba que se trataba de una invención. Lo compartimos en un grupo de Facebook, y de los 210 comentarios que recibió, solo uno advertía que era una noticia falsa. Esto pone en tela de juicio los fundamentos de la democracia, porque una sola persona informada no puede nada contra una masa desinformada. Lo contamos todo aquí.

Otro caso es Razonomator, una app que genera titulares aleatorios. Al ser compartidos en redes sociales, el enlace lleva a la propia app, descubriendo la falsedad. En una ocasión compartimos el titular “Echenique dice que ‘se pasa por el coño’ a la Casa Real”. De los 90 comentarios que obtuvo, nadie señaló el evidente engaño, sino se sirvió de él para satisfacer sus “dos minutos de odio” orwellianos con los que el Pueblo salda su actuación en política. Las llamadas noticias falsas no suelen serlo del todo: a menudo suelen ser simplemente alteraciones de otras noticias legítimas. Pero su consecuencia es inequívoca: crean discurso de odio.

El caso del Tour de La Manada , en el que creamos una web anunciando una falsa ruta guiada por el recorrido de los violadores con el propósito de poner en evidencia las malas prácticas de los medios, fue semejante. La web se colapsó durante una hora debido al alto volumen de tráfico. Esta caída, sin embargo, se atribuyó a una actuación policial. Ese mismo día cambiamos el contenido de la web para evidenciar la denuncia, y partir de ese momento convivieron tres tipos de opiniones en Twitter: quienes decían que una web ofrecía un tour de La Manada, quienes decían que la policía había cerrado la web, y quienes decían que había sido un acto de denuncia. Incluso algún medio rezagado dio la noticia del tour al día siguiente. Pero ninguno de los dos primeros grupos, los mayoritarios, hizo el simple chequeo de visitar tourlamanada.com para ver de primera mano de qué se trataba. Los medios, por su parte, no dieron cobertura a la denuncia, prefiriendo dejar a cientos de miles de personas creyendo que alguien había organizado un tour de La Manada, como reflexiona el jammer Joey Skaggs tras desmentir su prostíbulo para perros.

En febrero de 2019 acudimos a una manifestación en defensa de la unidad de España, con una bandera rojigualda en la que se leía “España por cojones”. El diario digital La República, de tendencia independentista, lo compartió señalando que era una acción “que usa el humor para atacar el auge de los movimientos ultranacionalistas del estado español”. Pero sus seguidores lo tomaron por una acción genuina, y virtieron comentarios donde se burlaban de los “manifestantes”. Un mes después hicimos un acto semejante en una manifestación independentista en Madrid, llevando una bandera española con la inscripción “Espanyols pel sí”. El mismo diario volvió a dar la noticia, aclarando que era “una acción irónica”, pero de nuevo sus seguidores tomaron la imagen al pie de la letra, aplaudiendo a los “españolistas” que estaban a favor de la independencia.

 

Este artículo es parte de nuestro libro Post-arte: La obra de arte en la era de la comunicación digital. Consiga aquí su copia
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Notas

69 Viénet, R. (1967) Nuevas formas de acción contra la política y el arte.
71 “Homo Velamine” hace referencia al colectivo ultrarracionalista y su publicación; “Homo velamine”, traducido como “homínido vestido”, a la especie que sigue evolutivamente al Homo sapiens.
72 Según Walter Benjamin, “en el cine el público no separa el disfrute de la crítica”.
76. Fromm, E. (1941) El miedo a la libertad.

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