La España del cincel y de la maza

Ilustración de Rachel Sk para Homo Velamine

En el año 2.060 los viejos seguirán usando estoicamente “que” en lugar de “k”, a pesar de las risas de sus nietos y las recomendaciones de la RAE.

En el año 2.060 los viejos y las viejas seguirán siendo entrañables, es verdad. Vestirán versiones de versiones de la ropa que les hace sentir jóvenes: vestidos a los que llamarán “vintage” pero que todo el mundo conocerá como “de abuela”, o camisas de cuadros como aquellas que les dieron identidad en su adolescencia, pero de táctel brillante por la imprecisión histórica de las diseñadoras de Zara y otras tiendas de ropa para viejos. Sus atuendos serán ultrainformales, de camisas por fuera y pantalones roídos, lo que contrastará con el aspecto elegante y arreglado de los jóvenes del mañana. En el año 2.060 los viejos seguirán recibiendo ofertas promocionales a las que será necesario acudir en pareja para recibir un regalo, pero éste consistirá en una caja Autoexec de videojuegos clásicos y no en un jamón de bellota. En el año 2.060 los viejos seguirán usando estoicamente “que” en lugar de “k”, a pesar de las risas de sus nietos y las recomendaciones de la RAE. En el año 2.060 los viejos hablarán en plural masculino, y sus hijos e hijas les afearán la actitud. En el año 2.060 los nombres bisílabos genéricos (Jorge, Ana, David) resultarán terriblemente cómicos, desplazados por la moda de nombres contundentes y con personalidad (Toribia, Crescencio, Resurrección – este último devuelto a la vida por un revival de George A. Romero). En el año 2.060 Facebook habrá agrandado su tipo de letra por defecto, y perderá usuarios al ritmo de la tasa de mortalidad de los mayores de 60. En el año 2.060 los viejos sólo escucharán los detritos musicales que programen en AlardeDeSabadoTarde.vodafone3.tv, que consistirán en cantantes arrugados interpretando antiguos éxitos adolescentes y jóvenes despampanantes agitándose al ritmo de los más deleznables ritmos del momento. Y en el año 2.060 los viejos pensarán que ya no se hace música como la de antes.

Así es: en el año 2.060 los viejos y las viejas seguirán siendo entrañables.

Ilustración de Rachel Sk para Homo Velamine

 

A los viejos del año 2.060 no les importará que la balanza de pagos de España se hunda para importar la electricidad de sus e-cars con colgantes de Son Goku agitándose bajo los retrovisores.

En el año 2.060 los viejos y las viejas dominarán el mundo. Desacreditarán las pasiones de los jóvenes, que considerarán incompletas y fruto de la inexperiencia, y siempre estarán dispuestos a levantar su amenazante bastón en nombre de la estabilidad que preserve las baratijas que adornaron su juventud. Así, en el año 2.060 los viejos se manifestarán en la plaza Quince de Mayo a favor de la Estructura de 2.015, votarán por internet leyes obsoletas y elegirán reiteradamente a Podemos y Ciudadan@s, que para entonces ya estarán absorbiendo las entrañas de España con sendas pajitas a motor. En el año 2.060 los viejos proclamarán, orgullosos, que acabaron con el ambiente salvaje y primitivo de coches diésel, vivienda propia e inversiones en bolsa. No les importará que la balanza de pagos de España se hunda para importar la electricidad de sus e-cars con colgantes de Son Goku agitándose bajo los retrovisores, ni que los chinos sean los únicos que puedan pagar los precios astronómicos de los locales que no se acogen a renta antigua, ni que los jóvenes estén infrarrepresentados en las interminables asambleas de las cooperativas económicas, en las que se juega al tute por computador y se sirven baguettes de chorizo de Pamplona y crema de arándanos tailandeses.

Ah, sin duda los viejos del año 2.060 estaremos orgullosos de serlo.


Desde hace unos meses una arrogante y necia juventud proclama la necesidad de un cambio de régimen, niega que la reforma de las instituciones sea suficiente y proclama la urgencia de la ruptura.

Texto por Anónimo García
Ilustración por Rachel Sk
Publicado originalmente en Homo Velamine 7

 

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