Propuestas para una mejora ultrarracional de La Elipa

Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc. Consulte aquí los próximos destinos.

El garbeo ultrarracional de esta semana nos ha llevado a explorar el barrio de La Elipa, prosiguiendo nuestro descenso de la línea 2. Las compañeras ultrarracionalistas nos reunimos emocionadas en la boca de metro, porque llevamos toda la semana pensando que vamos a tener la oportunidad de ver, por fin, el famoso dragón de La Elipa. No obstante, somos conscientes de que está totalmente en contra del estrictísimo reglamento de los garbeos ir con un rumbo previamente fijado, así que no nos queda más remedio que esperar que el dragón venga a nuestro encuentro, en lugar de ir nosotras a buscarlo.

Lo primero que vemos, antes siquiera de empezar a caminar, es que hay Seat amarillos otra vez por todas partes, igual que vimos en el garbeo de la semana pasada por La Almudena, por lo que empezamos a cuestionarnos si el Seat amarillo es al distrito de Ciudad Lineal lo que el Trabant a la Alemania Oriental.

Será porque cuando visitamos la Elipa sólo quedan dos días para San Valentín y estamos sugestionadas, pero otra cosa que notamos es que nos parece un barrio muy romántico. Miradores, bancos con impresionantes vistas de la M23, oscuros callejones llenos de recovecos donde intimar… La Elipa está llena de lugares para enamorarse.

¿Quién no se daría un “sí, quiero” ante esta panorámica?
No sólo el romanticismo clásico cabe en la Elipa, también hay espacio para quienes aman sin consentimiento.

Apreciamos que el barrio también está plagado de maravillosos locales comerciales:

Que todo es arte, dice. ¡A nosotras nos lo van a contar!

Incluso un baluarte de la uniformidad tardocapitalista como Alcampo se vuelve entrañable en La Elipa, con ese “mi” que lo acerca al Pueblo.

También nos encantan las cosas que hay a la venta en los comercios del barrio, y sus inigualables ofertas:

Compre todo junto y pague más que si lo comprara por separado.

 

La Elipa es un barrio que evoluciona al ritmo que le marca la sociedad, un barrio inclusivo y al día con las nuevas tecnologías.

Este baño lo pueden usar caballeros de cualquier tipo y complexión.
Identidad deconstruida en hashtags.

Constatamos que en  La Elipa sólo hay dos calles: Poeta Blas de Otero y Ricardo Ortiz, que recorren serpenteantes todo el barrio, cruzándose consigo mismas una y otra vez.

Hoy en “Infierno Millennial”: ser repartidor de Amazon en La Elipa.

Ante esta incongruencia urbanística, nos parece una buena solución haber puesto los números de los portales muy grandes, para compensar al desorientado viandante.

Seguimos sin encontrarnos con el dragón, pero damos con un montón de sitios chachis que no se publicitan nada en los blogs de viajes sobre La Elipa. Por ejemplo, encontramos un antiguo centro de mayores reconvertido en una asociación de mujeres, reconvertida a su vez en la residencia privada de un forofo del Atlético de Madrid.

La capacidad de la Elipa para metamorfosearse, adaptándose a las cambiantes necesidades de los vecinos, es encomiable.

También llegamos a “La Puta Sede”, un local destinado a actividad desconocida; llamamos a la puerta pero los ocupantes se mostraron reacios a darnos más información.

Aunque sin duda el hallazgo de la tarde fue el aparcamiento Marcelo. Al principio no nos dimos cuenta de que era un aparcamiento, porque habíamos observado cómo los habitantes de La Elipa son capaces de aparcar hasta en vertical, y no nos parecía que tan aguerridas gentes necesitaran de un parking de pago.

Fast & Furious La Elipa.

Pero aunque el aparcamiento Marcelo parezca el escenario de una película post-apocalíptica, no es más que eso, un aparcamiento. Nos frotamos las manos pensando en el potencial de mejora urbana ultrarracional que ofrece un espacio así.

El siniestro acceso al aparcamiento.
El parking Marcelo tiene un microclima subtropical donde llueve todo lo que no cae en el resto de Madrid.
Chicas, ¿habéis traído navajas?
Colega, ¿dónde está mi coche?

El deseo de encontrar el dragón de La Elipa nos acompaña durante todo el recorrido, pero su forma corpórea nos elude, igual que eludía Moby Dick al capitán Ahab, sin abandonar nunca su pensamiento. Burdas copias nos salen al encuentro, y nos desesperamos pensando que, con la tontería, nos vamos a ir sin ver el original.

La criatura mitológica en la época de su reproducibilidad técnica.

Hasta que, por fin, doblamos una esquina cualquiera, y ahí está: la majestuosa mole de hormigón rasposo que alguien en los 80 pensó que era el mejor lugar para que jugasen los niños y se hicieran pupa en las rodillitas.

¡Menos mal que lo hemos encontrado! Ahora ya podemos ir al bar.

Una vez hemos visto el dragón, damos por concluido el garbeo y nos sentamos a debatir las propuestas para la mejora ultrarracional del barrio:

  • Por supuesto nuestra primera propuesta es declarar el dragón de La Elipa patrimonio de la humanidad.
  • Para aprovechar las hermosísimas vistas que ofrece el barrio, proponemos abrir terrazas chill-out sobre la M23.
Este señor sería mucho más feliz si pudiera tomarse un Aperol Spritz al fresco, contemplando una autopista, en vez de leer El Mundo mientras respira el aire enrarecido de este bar.
  • No logramos llegar a un acuerdo sobre qué hacer con el aparcamiento Marcelo. Algunas de las ideas que se plantean son: utilizar el espacio para abrir mercados orgánicos y pequeñas cervecerías artesanas regentadas por señores barbudos; celebrar fiestas de conductores aceleracionistas, con concursos de camisetas mojadas (de barro) y coches anfibio; o ampliar el aparcamiento Marcelo hasta convertirlo en el más grande de Europa.
  • Proponemos señalizar los lugares más románticos de La Elipa con un sello de calidad Tinder, al estilo de TripAdvisor, que certifique su idoneidad como emplazamientos para un encuentro romántico con un completo desconocido.
It’s a Match!
  • Llegadas a este punto nos damos cuenta de que, en realidad, no hay mucho más que mejorar. Nos encanta La Elipa tal y como es. De hecho, nos gusta tanto La Elipa que nuestra última propuesta es que sea el resto de Madrid la que se mejore a imagen y semejanza de La Elipa. Proponemos elipizar la capital. Para empezar proponemos renombrar todas las sedes de algo como “La Puta Sede de”. Por ejemplo: el Museo del Prado pasará a ser La Puta Sede del Arte; El Corte Inglés, La Puta Sede del Cañitalismo, etc.
Nuestro mensaje ultrarracional para la ciudad de Madrid.
“Mira, hija: cuando seas mayor, todo esto serán airbnb y bares de cereales”, le dice sabiamente esta señora a su retoño.

 

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