Tecnología y revolución
Nuevas tecnologías, una crisis económica y una democracia que defender. El escenario actual es muy similar al de la década de 1930, al igual que lo es la esperanza en nuevas formas de participación ciudadana a través de la tecnología.
Bertolt Bretch escribió en 1932 que la radio debería ser bidireccional y convertir a los oyentes también en comunicadores. Walter Benjamin planteó la potencia revolucionaria de los recién estrenados cine y fotografía: imaginaba que las nuevas tecnologías y las formas de expresión popular que se comenzaban a difundir a través de ella, como el jazz, podrían arrebatar al capitalismo sus herramientas de control social. Pero la realidad le golpeó duramente cuando el nazismo comenzó a usarlas como propaganda política. Benjamin murió huyendo de los nazis, pero sus correligionarios de la Escuela de Frankfurt que consiguieron llegar a Estados Unidos se dieron cuenta de que las nuevas tecnologías no tenían ahí un uso muy distinto al que dejaban atrás.
Más adelante, en la década de 1960, Fluxus usó el recién nacido vídeo doméstico como herramienta de contrainformación, cuestionando las normas de la televisión de masas y reclamando una interpretación activa por parte de la audiencia. Su trabajo fue novedoso e inspirador, pero no evitó que hoy exista Tele5.
Cada nueva tecnología ha traído esperanzas de un potencial revolucionario, al menos en el sentido de favorecer un cambio social. Así es como abrazamos hoy internet, donde cualquiera puede expresar su opinión, crear un blog para romper el control de los medios de comunicación (gatekeeping), usar Uber o AirBnB para intercambiar sin intermediarios, votar en Change.org por una buena causa, etc.
Pero ya en 2000 los profesores Bruce A. Williams y Michael X. Delli Carpini se mostraron desconfiados:
Desde un punto de vista optimista creemos que la erosión del gatekeeping de élite y la aparición de múltiples ejes de información brindan nuevas oportunidades a la ciudadnía para desafiar el control político por parte de las élites. Desde un punto de vista pesimista somos escépticos de las habilidades de los ciudadanos corrientes para hacer uso de esas oportunidades. Esos múltiples ejes de poder pueden estar aún moldeados por formas más elementales de poder político y económico.
En «Unchained Reaction: The Collapse of Media Gatekeeping and the Clinton-Lewinsky Scandal«
Los problemas de internet
Desde estas observaciones de Williams y Carpini han pasado diecisiete años de crecimiento de internet, y hoy solo podemos mostrar aún más temor. Las revueltas de la Primavera Árabe, auspiciadas por internet, han acabado en gobiernos más sanguinarios que los anteriores, con guerras de por medio. El Pueblo, imbuido ahora de poder comunicativo sin trabas, ha deformado grotescamente cualquier expresión de internet hacia la mezquindad. La ciudadanía, depositaria del poder en las democracias, ha evidenciado que es tan represora como el más cruel dictador. Por ejemplo:
* Han proliferado los medios de comunicación. Ello no ha generado una mayor democratización de la información, sino un extremismo y una tendencia a la banalización y el clickbait. La media verdad y el amarillismo extienden ya su dominio por casi toda la red.
* Muchas personas, desconocedoras de las reglas de internet, dan esas informaciones como verdaderas. Los medios de comunicación generan así fantasmas en sus cabezas y crean una realidad cada vez más polarizada. Lo que es aún peor, les hacen creerse más inteligentes y con mayor conocimiento que el grueso de la sociedad, al «revelar información» que no aparece en medios tradicionales.
* Esas personas expresan luego sus opiniones en redes sociales, ejecutando el odio a Lo Otro que exigen los titulares tendenciosos. Es lo que el ultrarracionalismo llama Gente Entrañable: personas amigables y afables que no dudan en mandar matar o torturar a lo extraño, con la certeza de que lo hacen en nombre del Bien. Es, en definitiva, el Pueblo sin control alguno.
* La Gente Entrañable pone, además, su propia imagen en riesgo, al no evaluar el alcance de sus comentarios una vez que los sueltan en internet.
Gente Entrañable de uno y otro lado.
* La nueva censura es ahora más cruel que nunca. Puede venir de cualquier lado, no solo de un Gobierno. Cualquier persona puede denunciar a cualquier otra por los motivos más caprichosos, como en las más crueles distopías.
* El periodismo ciudadano, un sueño de la década de los 2000, se desinfló con la sobreinformación de las redes sociales, donde el Pueblo corre presto a contar continuamente banalidades.
Quedan también los ejemplos de Change.org, en el que el activismo social se ha convertido en un chiste; las apps como AirBnb o Uber, cuyo uso original se ha visto enviciado hasta causar problemas a toda la comunidad; o las plataformas de iniciativas populares, donde el Pueblo propone cosas propias de su naturaleza: el inmovilismo y el beneficio individual por encima del colectivo. Por otra parte, el uso abusivo de internet por parte de muchas personas está acarreando no pocos problemas de déficit de atención y estrés.
Las medidas que sanearían internet
Siempre se ha confiado en que internet se autorregularía por la propia acción de la gente, en una especie de mano invisible adamsmithiana. Pero esa fuerza está dirigiéndose en la dirección equivocada: hacia una feroz Dictadura del Pueblo, que, ágrafo por naturaleza, no sabe, solo siente. Estamos entrando no en la Era de la Información, sino en la Era de la Opinión. Las masas son ahora las dueñas. La razón cae, y la ultrarrazón se yergue sombría y totalitaria sobre ella. Una nueva edad oscura se acerca.
Por ello es importante actuar. No necesariamente con un apagón de internet, que por otra parte hace las delicias de nuestro pensamiento, sino con un uso restringido. Internet debería ser como el automóvil que requiere unos permisos, unas condiciones determinadas y la observación estricta de ciertas normas para poder conducirlo. Es urgente que moldeemos internet con propuestas como estas:
* Los medios de comunicación tendenciosos tendrán que exhibir un aviso similar al de las cajetillas de tabaco, que informe a su audiencia de la dudosa veracidad de la información.
* La Gente Entrañable tendrá restringido el acceso a esos medios de comunicación, y solo podrán enviar mensajes privados, nunca públicos.
* Las personas que publiquen continuamente banalidades tendrán una sola oportunidad al día para hacerlo, como ocurría en el desaparecido Fotolog.
* Los médicos podrán prescribir “dietas de datos”, de modo que a los usuarios que sufran de ansiedad o estrés por el uso abusivo de internet tendrán que volver al módem 56K, con conexión sólo desde las 6 de la tarde.
* Cada internauta será expuesto a al menos un anuncio diario con noticias de opinión contraria a las suyas. De esa manera romperemos la burbuja de la información en redes sociales.
* Etcétera.
Desgraciadamente, es muy difícil que logremos adoptar estas medidas. Somos ya presas de la dictadura de la opinión, y las hordas tuiteras, en su inconsciencia, correrán prestas a llamar nazi a quien las defienda. Tendremos, pues, que aprender a convivir con el peor de los tiranos: el Pueblo.
Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. Esta crisis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas.
Ortega y Gasset: «La rebelión de las masas» (1930)
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