Las cuatro formas de ironía

Pre-ironic, ironic, post-ironic, meta-ironic… Se habla últimamente mucho de las distintas formas de ironía pero ¿entendemos bien qué significa cada una y en qué se diferencian? En este artículo trataremos de analizarlas.

En primer lugar estableceremos unas definiciones:

A) Entendemos por ingenua a aquella persona que cree en ciertas cosas que a la postre resultan falsas. Cuando el ingenuo se informa lo hace para afirmar su posición, más a la izquierda o la derecha, y en nada cambia la «ingenuidad en sí». Una persona es más o menos ingenua independientemente de la información recibida, pero directamente proporcional a la ceguera, el fanatismo y la parcialidad del pensamiento. Es el caso de la Gente Entrañable. Por el contrario, quien que se informa y lee más para defender las banderas que siempre ha amado se acerca más al centro: el luterano sería de este tipo de ingenuo, pero también el «cuñado ilustrado», etc.

B) Entendemos por cínica a aquella persona que no cree en nada, ya sea porque no tenga doctrina moral o porque cree que posee la verdad. En este sentido, usamos el concepto vulgar y no el filosófico, referente a la «secta del perro», esto es, los cínicos de la antigua Grecia. Este sentido de cínico viene de los ilustrados franceses, cuando estos, en ciertos momentos de sus vidas, «tiraron la toalla ideológica» y se dieron a la vida disoluta y a verlo todo con cierto pesimismo, conservando la «pose» de ir un poco desharrapados y poco arreglados, como si ya todo les diera igual.

C) Entendemos por ignorante a aquella persona falta de lecturas, conversaciones, «lecciones de la vida», experiencias, etc. Excluímos los conocimientos técnicos, procedimentales y burocráticos, de los cuales nada cabe aprender en el sentido que aquí se discute.

D) Entendemos por sabia o experimentada a aquella persona que posee lo inexistente en el apartado c).

 

De esta manera, la forma PRE-IRONIC es la combinación entre ignorancia e ingenuidad. El ignorante ingenuo es aquel que está dispuesto a creer en cualquier cosa por multitud de causas: la necesidad de rebaño, el miedo a perder a los seres queridos, falta de valentía para pensar o tomar decisiones, la timidez, etc. En este sentido, este cuadro se suele identificar con eso que llamamos la clase media: la masa de consumistas desquiciados que, sin conciencia, son arrastrado por los diversos canales de información donde sus almas quedan presas de PRISA y donde nada cabe hacer: en ese mundo sólo vale la Grasa y no desde luego el escarnio. Son los borregos que tiran del carro del mundo.

La forma IRONIC es la combinación entre ignorancia y cinismo. El ignorante cínico pudiera ser el «ironista»: el bufón que se burla pero no defiende nada porque no tiene nada que defender. También encontramos aquí al pícaro, a los roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème. El «ironista» es, stricto sensu, un parásito que sólo puede vivir distanciado material e ideológicamente de la masa pre-ironic: se burlan de sus ropas y se disfrazan, hacen memes de sus gustos, prefieren ser niños pijos sin ideal más que el de «la superación» antes que entrar a trabajar donde trabajó su padre. En suma, el lumpenproletariat y el bufón.

La forma POST-IRONIC es la combinación entre sabiduría e ingenuidad. No es simplemente aquella persona que es como un ignorante ingenuo pero más leído, que son pre-ironics muy cerca del centro pero dentro de su casilla: gente como Fernández Dragó y los intelectuales del régimen, a la postre payasos sin expectativas que en breve sólo darán la vara con su senectud. Al contrario, el post-ironic ha hecho el progreso ascendente hacia un primer cinismo, o a un primer thaumazein: algo que nos abre los ojos para sumergirnos en la oscuridad. Su primer «no creer en ningún ideal» no es la condición normal de la existencia, sino un puro «despertar» o «salir de la caverna». Así que el post-ironic se mete en otra caverna, mejor adosada, con lujosos libros y lámparas de luz naranja: una luz mucho más acogedora y que da la impresión de sitio de gente culta, elegante y con ideales auténticos. Aquí encontramos a aquellos idealistas de todo tipo: anarquistas, comunistas, feministas falangistas, yoguis, budistas occidentales, cientificistas, las diversas almas bellas desde el activismo social hasta la divulgación cultural.

La forma META-IRONIC es la combinación entre sabiduría y cinismo. Merece un análisis más largo, pero sucintamente diremos que, como Maquiavelo o Tucídides, son aquellas personas que ya lo saben todo y que no tienen ningún compromiso, porque de ellas es cierta sabiduría que no sale en los libros y que sólo se puede adquirir con una vida como la de Guicciardini, en la que la visión panorámica del mundo se nos ofrece como un juego de marionetas e intereses, donde todo ideal queda reducido a un actor más de la divina comedia. En suma, son aquellas personas que no pueden creer en nada porque ya se lo saben todo.

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