Propuestas para una mejora ultrarracional de Las Suertes

Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y realizar una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc. Consulte aquí los próximos destinos.

La estación de Las Suertes se inauguró en mayo de 2007, diez días antes de las elecciones de Madrid (España): Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón recibieron el respaldo de más de mitad del censo, la mayoría absoluta. En un principio, la estación de Las Suertes se iba a llamar Rafael de León, como cinco paradas y trece años antes se llamó Miguel Hernández a la de Miguel Hernández en su inauguración, pero al final todo salió mal: nadie sabe quien es Rafael de León, de haber nombrado así a la estación las gentes que gastan su vida yendo al centro comercial, usando Airbnb o cenando carne en bufés libres, conocerían el nombre del compositor de las coplas que hizo famosísimas su buena amiga Conchita Piquer como ‘Tatuaje’, ‘Ojos verdes’, ‘¡Ay pena, penita, pena!’ o ‘María de la O’ de igual forma que esas mismas gentes sí que conocen el nombre de ‘Travesía del General Franco’ ‘Plaza del Caudillo’, ‘General Millán Astray’ o ‘Hermanos García Noblejas’ sin saber realmente quienes son esos señores. En cualquier caso, aunque Rafael de León declaró en su momento ser amigo de Lorca o Machado, a diferencia de estos dos poetas, se pasó la posguerra tranquilamente en el café componiendo unas ocho mil varietés.

Aguirre, Gallardón, Granados y González viajan en metro solo cuando hay cámaras mirando y no están en la cárcel

Nada más salir de la estación de Las Suertes nos recibe un aborigen exaltado, que da la bienvenida al ultrarracionalismo como que si Las Suertes fuera el Villar del Río berlanguiano pidiéndonos papel de fumar. Formulamos la cordialidad de «qué tal va todo» y nos lo cuenta sin censuras: espera en el metro a su abogado, pues llevaba viviendo once años en un piso (señala uno de los majestuosos edificios bauhausianos pero españoles que ya vimos y admiramos en La Gavia o Congosto) pero que el otro día le llegó una carta de ‘no sé qué empresa’ (entendemos que se trata de una socimi, de las Sociedades Cotizadas Anónimas de Inversión en el Mercado Inmobiliario que manejan los fundadores del portal Idealista) ‘que decía que ahora la casa era suya y que se tenía que ir a otro lado’. De igual forma que los chabolistas expulsaron a los hortelanos, las socimis empoderadas por Ana Botella (quien vendió de forma ilegal centenares de viviendas protegidas al relaxing fondo buitre Blackstone durante su mandato como alcaldesa) están expulsando a los payos y gitanos vallecanos que fueron rescatados por las medidas antichabolistas de Enrique Tierno Galván en los ochenta. Ahora: ¿a quién espera el Ensanche de Vallecas? ¡A la Primavera! ¡A la juventud! ¡A las parejas heteronormativas con retoños pequeños! ¡Al dinamismo! ¡Al Capitalismo Feliz con Créditos Fácilmente Amortizables! ¡A ir hasta las cejas de Lorazepam sin que se note!

Nos dirigimos directamente hacia el centro comercial La Gavia pues nosotras sabemos dónde encontrar esos restos de vida que tanto ansía el barrio número 130 de Madrid, cuyos 30.000 habitantes ignoraron a la alcaldesa Manuela Carmena cuando esta les consultó en 2016 si les gustaba su actual topónimo (Ensanche de Vallecas) o querían pasarse a otro (como por ejemplo, Lady Bird de Ikea): en 2018, en esta zona viven treinta mil personas pero la idea de 2008 era construir treinta mil viviendas que conformaran un rincón de vida del tamaño de la ciudad de Cáceres pero todo salió, como siempre, mal.

Nos hicimos amigas de un montón de perritos gentrificadores, que iban bien abrigados.
Niños hoy, zombies mañana

Visitamos el IKEA, el Carrefour, la FNAC, el Primark, el Five Guys, estos son, los Cinco Frutos que emanan de la tierra prometida del Ensanche de Vallecas tal y como prometió Yahvé a Abraham en su momento (Génesis 15). En el Five Guys, un tercio de Budweiser (cerveza con aromas de miel y cítricos) cuesta cuatro euros, que es a lo que nos dirige el capitalismo cuando hayan cerrado todos esos bares españoles de caña y tapa generosa (no demasiado procesada) a 1,30 € así que pagamos ese impuesto alcohólico y pillamos de paso unas patatas cultivadas por encima del paralelo 42, cortadas a mano y fritas en aceite de salsa de cacahuete para poder hacernos amigas de las trabajadoras del Five Girls, quienes nos cuentan las bondades de la carne de ternera que sirven así como las de su puesto: buen salario, dietas excelentes, en ocasiones, propinas de cincuenta euros. ¡El capitalismo trata bien al Pueblo! Sabemos que mienten pero lo importante es que se sientan bien. Las abrazamos, les regalamos un dibujo y seguimos adelante con nuestra ruta por La Tierra Prometida del Ensanche de Vallecas, penetrando el IKEA.

En el IKEA, varias ultrarracionalistas intentamos colarse en la piscina de bolas del chiquipark, pero nos expulsan inmediatamente al grito de «Oigan, ustedes, que ya son mayorcitas para jugar aquí: Si entran aquí es para trabajar, Arbai Maj Fraaai» así que tenemos que conformarnos con recorrer el IKEA como si fuera el ilusionista austrohúngaro Harry Houdini: agobiadas, queriendo salir cuanto antes.

El Pueblo quiere Grasa, el capitalismo se lo ofreceLo que más nos gusta del Capitalismo es que permite que todos tus sueños se hagan realidad: si lo puedes pagar, es tuyo, no hay medias tintas, ilusiones, falsas esperanzas, esas sensaciones nefastas que produce el comunismo. Paseando por el Centro Comercial La Gavia, encontramos la deseada y acogedora sala de juegos de azar que no supimos encontrar en todo Vallecas (lo más cerca, fueron el bingo reconvertido en restaurante peruano del Puente de Vallecas y el bingo Sportium de la avenida Albufera a la altura de Portazgo) donde por supuesto entramos a jugar y divertirnos con las luces que nos prometían dinero y más dinero mientras nos lo quitaban, aunque pudimos beber barato (tanto el botellín como la copa de vino estaban a 1 €) y eso hizo que todo mereciera la pena, aunque luego saliera mal, como todo en el Ensanche de Vallecas.

Como en el Five Guys, esa tragaperras también promete 50€ gratis :__________)

Por el centro comercial encontramos los restos de vida que fuimos a buscar: muchísimas mujeres felizmente embarazadas de su segundo retoño que arrastraban con amor a su marido felizmente enamorado y/o primer hijo por el pasillo del Carrefour, mujeres amamantando a sus hijos de año y medio en el Burger King, adolescentes pendientes del IG Stories que no tenían dinero para el Starbucks, trabajadoras de la tienda de carcasas para móviles que hasta las 21:45 no terminaban su jornada laboral, como los Directivos del IBEX 35 pero sin cobrar lo mismo. Las mujeres más felices de La Gavia, sin duda, eran las trabajadoras del Five Guys, la Hitleresa de la zona infantil del IKEA y la señora que fuimos persiguiendo por el Carrefour.

 


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