‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc.
Este martes nos reunimos con mucho calor y mucha incertidumbre en la parada de metro de Mar de Cristal, que se disputa con la ya visitada Ciudad de los Ángeles el premio a estación de metro con el nombre más bonito de Madrid. No obstante, mientras que en su día pudimos constatar que efectivamente Ciudad de los Ángeles estaba poblada por criaturas celestiales, al salir a la superficie en la evocadora Mar de Cristal no hallamos la ansiada estampa marina, sino un centro comercial.
Bajonazo.
A pesar de todo, nuestro invencible espíritu aventurero (y la promesa del aire acondicionado) nos impulsan a entrar. Empezamos por el Carrefour, cuya magnificencia, como siempre que visitamos uno, nos deja sin palabras.
Diáfanos pasillos repletos de ofertas.Una selección de especias de la que ya nos hubiera gustado disponer en los tiempos del Imperio.Inmensos botes de mayonesa patriarcal.
Nos agrada comprobar que Carrefour, en lugar de fomentar un modelo de consumo responsable (como hipócritamente hacen otros comercios), en su lugar abraza con plena consciencia la inminencia del colapso ecológico que se nos viene encima y busca acomodar en consecuencia las necesidades de sus clientes.
Dentro de poco lo único que podremos comer serán insectos. ¿Por qué preocuparse de andar cazando cucarachas debajo de su lavadora si puede desde ya gastar siete euros en un bote de chinches a las finas hierbas?La “transición alimentaria” se les hará menos cuesta arriba a los más pequeños con héroes a los que admirar. Esta línea de peluches se compone únicamente de insectos y de frutas transgénicas con rasgos antropomórficos y extremadamente cuquis.Clasemediano practica para la austera compra post-apocalíptica del futuro inmediato: una lechuga iceberg y un bote de nata en espray.
Carrefour también resulta ser un excelente núcleo irradiador de post-español.
Promoción de esta semana: encuentre diez errores ortotipográficos y podrá disfrutar de un 10% de descuento en caja.Este caballero está a la caza de muestras de post-español para poder beneficiarse de la promoción.
Y, como no, de patriotismo.
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Nos convencemos de que, aunque estamos muy a gustito, es nuestro deber continuar el garbeo fuera del supermercado, así que seguimos explorando el centro comercial.
Después de pasar unas tres horas en el pasillo de los aperitivos, Raspilla decide que estas patatas fritas estilo cachelos son, a pesar de su cuestionable aspecto, las que menos aditivos contienen.Llegamos por un minuto a tiempo de disfrutar la hora feliz en jarras de tinto de verano del 100 Montaditos. Sentadas en una mesa, vemos pasar a este señor, que parece haber cambiado a su retoño por una tele.
Ahora ya sí, nos sentimos preparadas para continuar el garbeo en el exterior.
Nos alejamos con algo de pena del centro comercial.Admirando el dramático atardecer sobre el distrito financiero de Mar de Cristal.Recorremos la pista de petanca más larga del mundo…… persiguiendo el destello dorado de unas misteriosas cúpulas en la lejanía.Por el camino encontramos inquietantes propuestas gráficas.Un centro de detención de aires acondicionados.Y simpáticos descuentos que nos guiñan el ojo.Por fin llegamos a nuestro destino. ¿Pero estamos en Canillas o en el Kremlin?Ningún cartel en este edificio está en cristiano, pero ver el rojo amarillo (colores que brillan en nuestro corazón y no pedimos perdón), nos tranquiliza.
Después de haber pasado por el corazón comercial de Mar de Cristal, un vibrante distrito financiero y un templo pagano, aparecemos en un barrio de casas bajas y vehículos anticuados que se parece muchísimo a otros barrios de Madrid, pero en el que no habíamos estado nunca.
“¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”, se pregunta Prisciliana. “¿Es que Madrid nunca dejará de sorprendernos?Sólo sabemos que seguimos en nuestra querida ciudad porque seguimos viendo a lo lejos el skyline de la capital.Pero podríamos estar en cualquier otro sitio. En el Cielo, por ejemplo.Raspilla cae al suelo, abatido, sospechamos, por el síndrome de Stendhal.
Ya cansadas, entramos en un bar, donde nos sirven las cervezas dobles más grandes que hemos disfrutado hasta ahora en toda la línea 4.
No era este bar, pero como este es un texto en su mayor parte ficticio, es usted libre de imaginar que sí lo era.
Este martes tampoco nos molestamos en hacer propuestas ultrarracionales para la mejora del barrio, como el benevolente lector habitual lleva ya semanas perdonándonos. Y es que, aunque sea difícil de creer, nuestra inventiva no es infinita. La periferia de Madrid, afortunadamente, de momento parece que sí que lo es.
Decía Hemingway cuando recordaba sus años locos de parranda por la capital francesa que París no se acababa nunca; pero eso es porque no había estado en Canillas.
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Celebramos nuestro paso por tan insigne institución.