Una cuestión candente agita la sociedad española: ¿es Podemos algo más que un meme de internet? ¿Merece nuestra confianza un partido cuyo color corporativo es a la vez cursi y nosmanipulanista? ¿Es Pablo Iglesias el Ungido, el llamado a realizar una Nueva Alianza Democrática y romper con la Antigua Transición? En definitiva, y a efectos prácticos: ¿merece Podemos nuestro voto? Analizamos el partido de Pablo Iglesias para comprobar hasta qué punto puede contribuir a avanzar el ideal ultrarracionalista.
Por qué Podemos no merece nuestro voto

Una de las principales características de Podemos es su apropiación del Pueblo: Pablo Iglesias lo nombró ni más ni menos que 13 veces en su discurso frente a la Eurocámara tras las elecciones europeas de mayo de 2014. Sin embargo, el Ultrarracionalismo nos enseña que esta enarbolación del Pueblo, a pesar de ser bienintencionada en espíritu, constituye un grave peligro (véase el ensayo ¡Abajo el Pueblo!), porque la voluntad del Pueblo está irremediablemente podrida y las más de las veces es dominada por los seres abyectos que pueblan la televisión, el periódico y La Bestia de Dos Cabezas t.c.c. Facebook. Así, qué duda cabe que al Pueblo se le antojará lo contrario de lo que estos jóvenes idealistas esperan. Por ejemplo, los personajes queridos por el Pueblo merecen su perdón absoluto e incondicional, cualesquiera que sean sus crímenes cometidos (véase Isabel Pantoja o Francisco Camps); y, a la vez, al Pueblo no le temblará la mano al condenarnos a escuchar el último éxito de Bustamante en el bar, a contraer nuestra capacidad intelectual en toda actividad social e incluso a someternos al gobierno de los peores una y otra vez por muy inocente que haya sido nuestra conducta. Por tanto, no deberíamos confiar en un partido que se jacta de “escuchar al Pueblo”, porque el Pueblo decidirá en perjuicio de todo signo de inteligencia.

Además, el programa del partido de Pablo Iglesias recoge muy pocas propuestas ultrarracionalistas. No se hace eco, por ejemplo, de la abolición del sufragio universal y el establecimiento del sorteísmo como mejor sistema de elección de los representantes políticos (Principio V). Ni siquiera propone un sufragio restringido, a pesar de alzarse como el Ungido que sellará una Nueva Alianza de la Democracia con el Pueblo. El partido tampoco contempla una reforma de la Ley del Aborto que lo haga obligatorio (Principio X), ni la imperiosa exclusión del Homo velamine de los derechos humanos (Principio IX), como sabiamente exige el Ultrarracionalismo.
Aunque tal vez el mayor peligro al que se enfrenta Podemos es quedar atrapado en el papel albal de la tiránica izquierda-derecha (Principio IV). De ella bebe sus más repugnantes características, como la propia exaltación del Pueblo, el horrible y barato color morado de su logo y una inefectiva y -lo que es peor- aburridísima estructura interna hereditaria de los movimientos sociales nosmanipulanistas.
Por qué Podemos sí merece nuestro voto
Por fortuna, hay signos positivos que hacen pensar que esta apropiación de elementos de la izquierda-derecha no es más que un acercamiento electoral a las masas descontentas. En concreto, la repetida alusión a la patria en el discurso de Pablo Iglesias ante la multitud (¿el “Pueblo”?) en la Puerta del Sol el pasado mes de enero da ciertas esperanzas de alejamiento del nosmanipulanismo becerril, y a la vez constituye un golpe en el bajo vientre a uno de los caballos de batalla de la carcundia española, empatándola por primera vez en décadas.
Además, todos sabemos que asaltar el Congreso, como asaltar los cielos, no sirve para nada si no viene acompañado de un asalto al Bernabéu. En este sentido, que el líder de Podemos se haya declarado oficialmente antimadridista constituye per se un acto revolucionario que merece nuestro apoyo.
Pero, sobre todo, tenemos que repasar una máxima del Ultrarracionalismo Positivista para descubrir la razón última que inclina la balanza hacia Podemos: la necesidad de ser radicales de pensamiento, pero moderados en la acción. Usted, apreciado lector que ya ha abrazado el Ultrarracionalismo, qué duda cabe que tiene su mirada puesta mucho más allá del programa de Podemos (o de su ausencia), de la constante alusión al Pueblo, de su terrible color morado o de la hace-tiempo-necesaria apropiación del concepto de “patria”. Es decir, Usted ya es radical de pensamiento, como corresponde a todo buen ultrarracionalista. Pero también sabe que el Homo velamine es espectacularmente (en sentido literal y figurado) lento e impermeable, y rechazará de pleno cualquier propuesta que no satisfaga sus más bajos instintos. Por ello debemos ser muy cuidadosos en nuestro acercamiento a él para no enfrentarnos a una masa enfurecida de necios que nos haga fracasar estrepitosamente. Es decir, debemos de ser moderados en la acción. Y apoyar a Podemos es la manera más sencilla de hacerlo. A día de hoy, tal vez sólo a través de estos jóvenes soñadores podamos dar un nuevo paso que nos acerque un poco más al ideal ultrarracionalista y quite de enmedio el obstáculo bipartidista, la pesada plutocracia y el lastre de un orden social fundamentado en la economía y no en la cultura (Principio VI). Sólo por ello, Podemos merece el apoyo de los ultrarracionalistas de bien, y así lo demostraremos llegados los momentos.
Ultrarracionalistas, yo os urjo: empujemos ahora para dar ese paso. Asegurémonos de que sucede, y cuando lo hayamos dado ya veremos cómo seguir empujando.
2 ideas sobre “¿Merece Podemos el voto ultrarracionalista?”
Bravo. Tronchante.