(Ensayo sólo legible para quienes vieron la entrevista de Salvados.)
El mentor espiritual de España, Jordi Évole, visitó a Rajoy, como cada cuatro años, para que el conocimiento acumulado de Mariano diera a luz y su sabiduría etérea impregnara el alma hastiada de los habitantes de la Meseta.

Évole fue recibido en el jardín de la Moncloa, cuya puerta tenía inscrita la palabra κῆπος («jardín» en griego), recordando al predecesor Epicuro. Rajoy comenzó lamentándose, recordando la época clásica, cuando en Galicia podía convivir con gente variada y proveniente del Mundo Real. Otrora Rajoy admitía en el Jardín personas de toda condición y clase, lo que llegó a ser causa de escándalo. Incluía a personas respetables, pero igualmente a gentes de vida disoluta. También a mujeres y a esclavos, lo que en aquella época constituía un hecho inusual para una escuela filosófica. Mas ahora Rajoy llevaba una vida de penitencia inusual debido a las circunstancias políticas y algún puñetazo aislado. «A veces me siento aislado y solo, Jordi, yo te quiero mucho Jordi, os amo a todos por igual, pero debo permanecer aquí para infundir seriedad, debo ser la Garantía-de-la-Seriedad-Ahí.»
Évole le cogió del brazo y guió al viejo sabio al palacio, Rajoy escondió una carpeta bajo su brazo, con la inscripción «De Évole Natura». Évole se fijó y sorprendido preguntó al maestro, Mariano calló y al rato le dijo: «Évole, me he preparado el Simposio porque te respeto y porque admiro tu trabajo.» El aire era dorado y tenue, era un relajado día de comienzos de primavera, las flores blancas vestían los árboles y el ambiente era sereno y tranquilo. Rajoy alzó la cabeza y arrancó un fruto del arbusto cercano y se lo regalo al cámara, el cual agachó la cabeza y susurró un agradecimiento.

Una vez entraron en el palacio de la Moncloa, Évole preguntó por la corrupción, Rajoy recordó lo sucedido en tiempos de Bárcenas, en la antigua Edad Oscura del PP. A saber, unos bravos periodistas cogieron a Bárcenas y lo llevaron arrastras a Génova gritando: ¡ Se le ha pillado robando! ¡Se le ha visto cometiendo hurto! ¡Debemos condenarlo, arrancarle las manos y desterrarlo!. Entonces, Rajoy salió por una pantalla de plasma y díjole al pueblo: Hermanos, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Fue entonces cuando el pueblo se dio la vuelta, y se fue.
Además, Rajoy comenzó a recordar que el alma de los españoles era buena por naturaleza, que en los ayuntamientos sigue habiendo gente amable y prudente y que el país es grande y los frutos de la tierra generosos.

Évole le preguntó por la miseria de la existencia humana y Rajoy comenzó diciendo que gran parte del sufrimiento del español se debe a su manía por reseñar lo malo y obviar el conjunto. El equilibrio y la bondad, la justicia son valores que se han de mostrar tanto o más que la maldad y el perjurio, recordó. Mas aquellos que pretendan herir a mis hermanos serán castigados con mi atroz indiferencia, pues yo evito la confrontación, intento ir en paralelo a aquellos que malversan y que, haciéndose los pizcuetos, con vil alma, deshacen y destruyen lo construido por la Historia y por Dios.
«Pero lo más importante, sed libres y ser consecuentes, sabed que nada causa más sufrimiento que el deseo, dado que el deseo es sufrimiento, nadie es culpable cuando alguien peca de corrupto más que el corrupto mismo, el cual se deja llevar por las pasiones bajas y pueriles del alma, y a ese, hay que domeñarlo y traerle de vuelta al PPpharmakón.

Son tiempos oscuros, Jordi tú sabes lo mucho que yo te quiero…»
– Y yo también maestro, después de la audiencia te diré lo que pienso, en la intimidad, fuera de las cámaras.
-Bien, ¡oh divino Évole! ¡Por el perro! decir a los españoles que el fin de la vida humana es procurar el placer y evadir el dolor, pero siempre de una manera racional, evitando los excesos, pues estos provocan un sufrimiento posterior. Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar corporal y espiritual al que llamaba ataraxia…un segundo, ¿qué es ese ruido que rompe y destruye la paz de esta buena Tierra?
Los tambores de guerra hacían temblar el suelo, agrietando las paredes, Rajoy se asomó por la ventana y vio el Portaestandarte de LaPollaRecords, eran las feministas, las viejas y las ecologistas de Aguirre, viejos éforos, restos de una tradición de degenerados y endogámicos frutos de la concejalía de Medio Ambiente. Rajoy, miró severamente a Évole y le guió a una salida de emergencia, la batalla por la centralidad del tablero estaba a punto de comenzar.