Los revolucionarios no van a tomar la Bastilla con un ejemplar de Rousseau en la mano. Aún así la teoría tiene su lugar en los eventos históricos. La pregunta que debemos hacernos es hasta qué punto esto es una justificación de la teoría y hasta qué punto hoy en día hay una relación entre teoría e historia.
Pues bien, aunque con estas jugosas cuestiones entran ganas de especular y reflexionar, encuentro que la respuesta a las mismas solo pueden estudiarse históricamente, es decir, retrospectivamente. No podemos conocer a priori qué efectos históricos producirán un escritor, una escuela o una revolución científica. Puede que el escritor transforme el clima intelectual de una época, puede que se redescubra un siglo después; en fin, pueden pasar muchas cosas. Triste o afortunadamente es imposible justificar el conocimiento «a priori», sin que haya sido puesto a prueba por la experiencia histórica.
Cuando nos preguntan, entonces, «¿para qué sirve la filosofía?», debemos responder con gesto circunspecto: «Ya lo veremos.»