Si tuviésemos la oportunidad de hablar con el núcleo irradiador, les diríamos que necesitamos mirar al futuro y acabar con la vulgar clase media, siniestra simiente del Homo velamine, al cual nos precipita con la mayor celeridad. Vuestro fracaso se debe a que no sois lo suficientemente radicales, les diríamos, sino un mero grupeto de curitas empeñados en apuntalar el sistema que nos destruye trayéndonos cada día mas viejos egoístas, ruines, habitantes virtuales de épocas remotas y por si fuera poco manipulables mediante las más burdas técnicas, como primeras comuniones, telenovelas y comidas de familia con capea en ese mítico escenario español que es la reunión de familia, preludio a la política-total del país ya devenida mediática, al tiempo que cortocircuito y némesis de la estadística y el control operativo. Por su parte, este número creciente de abuelos -que nunca dejan de ser cuñados sino acaso cada día lo son más- demanda cantidades industriales de maíz transgénico y al menos 20 pastillas diarias (¡y subiendo!) para poder preservar sus facultades más básicas en funcionamiento. Súmese a ello las correspondientes inversiones en I+D, y todo para al final tenerlos decidiendo cosas grotescas sobre asuntos cruciales que no les competerán ya quizás dentro de diez minutos.
En este punto, hay que poner de manifiesto el problema crucial del país y la civilización, que no es otro que la actual falta de simetría moral intergeneracional. La asimetría moral que hace que nuestros viejos puedan decidir mandar nuestro futuro cada vez más al carajo sin ellos poder sufrir las consecuencias, y sin tener que rendir cuentas a nadie. En la situación actual, nosotros quedamos marcados de por vida y pagaremos nuestra frustración y odio con nuestros hijos y nietos, haciéndoles la vida imposible e incluso fingiéndonos enfermos mentales antes de tiempo para obligarles a que nos limpien el culo -aunque luego, cuando haya que votar, recuperemos la lucidez para seguir defendiendo Lo Serio, Lo Pulcro y Lo Responsable.
Bajo estas líneas adjuntamos un esquema donde se observan las terroríficas y paradójicas consecuencias de nuestra carencia de simetría moral.

Todo este proceso supone una espiral infinita de degradación moral y de injustificada e injustificable venganza-a-terceros de las viejas generaciones hacia las jóvenes, un proceso en cuya raíz está, como decimos, la asimetría moral intergeneracional, de la cual ellos se aprovechan para destruir las instituciones, la comida, el trabajo, las pensiones, los servicios públicos, lo bello, lo bueno y lo verdadero, el país, la esperanza, el medioambiente, la biodiversidad, el planeta, y que a nosotros -o a los hijos de puta de nuestros hijos- ha de llevarnos a destruir el sistema solar.
Este escenario sería muy distinto si todos gozásemos del derecho a la inmortalidad. Los posibles beneficios de la inmortalidad para todos son contraintuitivos en primera aproximación, pero a la postre devastadores para la vieja moral del velamine, es decir, revolucionarios.

Es por eso que necesitamos garantizar la inmortalidad a toda la ciudadanía, una demanda que goza de credibilidad científica y que ya ha sido elevada por colectivos transhumanistas como el Partido Transhumanista norteamericano. La inmortalidad para todos podría ser la solución a nuestra desastrosa asimetría moral y sus inevitables consecuencias, pues al menos lograría que los ancianos fuesen más responsables de sus actos. En otras palabras, lograría que nos pudiésemos vengar de ellos en lugar de quedarnos el muerto mientras ellos se van a la tumba con total tranquilidad. Por ende, la inmortalidad traería la simetría moral de que carecemos, y nuevas oportunidades para fomentar la sana venganza y el palo que la acompaña; y éste es, junto a la consabida zanahoria, el único motor de desarrollo objetivo de la humanidad.

Sumemos a este programa otras clásicas demandas transhumanistas, como el aumento cognitivo generalizado mediante microchips y nuevos órganos si falta hiciese, a fin de garantizar que todos los votos valgan lo mismo realmente.
De lo contrario el proletariado no va a existir nunca, y con él muere toda revolución posible.

A esto hay que añadir el uso social de una ciencia y una tecnología muy superiores a las actuales, a fin de modular las reacciones de las neuronas espejo de las señoras mayores a los chistes por bulerías y a las relaciones sexuales vicarias con Juan y Medio -último sostén intelectual del PSOE- y otros demidioses del velamine. Sólo de este modo lograremos modernizar las relaciones sociales de modo que cuajen en el último proyecto de mente-colmena cibernética de Elon Musk.

De no mediar esta ingeniería social centrada en lo que verdaderamente importa, a saber, apartar al Homo velamine de nuestro destino, seguiremos reproduciendo la dinámica que nos ha traído hasta aquí: parir sin cesar emprendedores y pensadores geniales que traen al mundo proyectos faraónicos y espléndidos rociados con el conveniente incienso para los sacristanes de la Igualdad, la Libertad y la Democracia. Así, mientras se pretende unificar al fin a la humanidad y dispensar a todos la paz y la abundancia, se procura que la gente espere con los brazos y el gaznate bien abiertos a fin de degradarse aún a mucha mayor velocidad, pasándose vídeos grotescos de gatitos y Ojeda y otras grasas indigeribles, amén de pisotear al puto vecino de mierda, y si se puede también al que está un poco mas allá, que es medio chino o algo raro.

En resumen: sin transhumanismo, no podemos.
Ante este tenebroso estado de cosas, en Homo Velamine hemos tomado una determinación. A continuación os pasamos unos apuntes para nuestra próxima iniciativa, la creación de un Partido Ultrarracional Transhumanista Ibérico (PUTI). Recientemente, la prestigiosa institución Real Instituto Elcano ha reportado que un 78% de portugueses desea una unificación con nuestro país. Basándose en el diagnóstico de las necesidades de España y Portugal, delineado más arriba, PUTI presenta a estas dos naciones una agenda común para coadyuvar a esta unificación: un programa futurista y políticamente deseable diseñado con la ayuda de nuestras mejores tecnologías y Principios. El acrónimo de PUTI salió solo al conjugar la ideología del partido; mas de inmediato descubrimos, sorprendidos, cómo este acrónimo refleja el lado más oscuro de nuestro origen mesetario, un motivo de vergüenza pero también de gozo, pues para saber a dónde vamos hay primero que saber quiénes somos.

El objetivo primordial de PUTI es, por supuesto, dejar atrás al mísero velamine, a quien algunos conocen últimamente como cuñado. La historia del cuñado es complicada y nos pone en las mismas puertas de la comprensión del velamine, precisamente el ser que tratamos de superar. Ahora bien, para superar al velamine primero hay que entenderlo.

Reconocemos al cuñado en política por sus apelaciones constantes a términos tales como la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad y la Democracia, mientras que es evidente que cualquier conceptualización seria de nuestro sistema político debería recibir una expresión operacional en términos de patrones visibles en escáners de resonancia magnética fMRI, o por lo menos en correlaciones estadísticas que establezcan de una vez por todas el peso especifico de la amígdala en cada acto o proceso de decisión individual, la relevancia de una frase de Jordi Évole o de Bertín Osborne en el disparo de tales y cuales niveles de neurotransmisores en el lóbulo temporal. Júzguese a continuación sobre la legitimidad del efecto que tienen, sobre un voto o la elección de una reina de picas o de corazones, cosas como conjuntos de flechitas de colores que suben y que bajan dramáticamente, gráficas trucadas, la carencia o el exceso relativo en el suministro de una pastilla del corazón hace X horas, la trayectoria de tu equipo de fútbol, la amenaza del jefe expresada en distintos niveles discursivos y de intensidad emocional, etcétera.

Apuntemos aquí que existen muchos filósofos y científicos que han tratado este tema, por ejemplo, un señor Mui Serio llamado Husserl se pasó toda su vida deduciendo los fundamentos lógicos y pre-lógicos del Sujeto, y desembocó en la intuición -en el cuñado. Sus investigaciones a menudo transcurrían del modo siguiente: «- Percibimos algo. – Pues detrás de ese algo está ese yo que percibe.» y así intentaban colar «el alma» en la filosofía, para confundirte haciéndote creer que el cuñado tiene un yoquesé como profundo, oculto e inescrutable para el observador potencial. En otras palabras: al proyecto de Husserl era consustancial aquilatar y apuntalar los fundamentos del cuñado, sin que los científicos pudiesen explicarlos, ni nosotros detectarlos y luego corregirlos o eliminarlos.
En fin, se trataba de un subterfugio para legitimar y justificar todo lo cuñado -y precisamente los aspectos más onerosos e infames del cuñado.

A nadie escapa, pues, que hay que hundir cuanto antes al Sujeto y a la Interioridad, no digamos a la cuasimítica «intuición». Hay que combatir todo lo que venga con el estigma del Sujeto con todos los medios subpersonales a nuestro alcance. Hay que expresar, en fin, todos los inciensos y aguas benditas de este mundo (bondad, felicidad, libertad, Gol, etc.) en un algoritmo para una ciencia unificada, que podamos conectarnos y desconectarnos de nuestras terminaciones cuando queramos, y que sea por supuesto impermeable y diminuto, a fin de poder llevárnoslo al fútbol y a la capea y la primera comunión de la prima sin por ello dejar de tener en cada momento a mano las mejores gráficas e incoming data, y las opciones y alternativas más claras expresadas en un lenguaje eficiente y sin lugares comunes y trampucherías de mierda.
Por todo ello, en las próximas elecciones, vota Partido Ultrarracional Transhumanista Ibérico. Vota igualdad formal, en conformidad con los sanos principios liberales. Vota inmortalidad. Vota simetría moral.
Una idea sobre “Por qué ha fracasado Unidos Podemos: la necesidad del PUTI”