‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc.
Este martes la comitiva ultrarracional de mejoras urbanísticas se ha reunido en Alfonso XIII para continuar con nuestra nunca bien ponderada labor. Como el avezado lector ya habrá comprobado en la anterior foto, lo primero que nos sorprende al llegar es que dos lazos amarillos flanquean el nombre del antiguo monarca. Nosotras ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir sobre la independencia de Cataluña así que no haremos más comentarios al respecto. Lo que si que haré es un pequeño apunte histórico para culturizar un poco más a nuestras ya culturizadas seguidoras. El señor Alfonso, que no es otro que el abuelo de Juancar, no solo es conocido por haber propiciado la formación de la Segunda República con su huida a París tras las elecciones generales de 1931; entre sus méritos también figura haber sido el principal promotor del cine porno en España. Ah, los Borbones y sus chismes.
Arrancamos el garbeo siendo conscientes de que, conforme nos vamos acercando al centro, el urbanismo es cada vez menos estridente. Puede parecer extraño pero esto nos apena, acostumbrados como estamos a que los edificios campen a sus anchas por la calzada sin un mínimo de planificación racional. Además se vislumbra mucho menos Toldo Verde que en otras zonas, lo que indudablemente reduce la calidad del barrio, pero también existen otros elementos decorativos que compensan con creces:


Entramos en un Hiper Asia para una inspección rutinaria y nos encontramos con cosas bastante desagradables.

Salimos de allí y tenemos la suerte de encontrar una iglesia al lado que proporcione un poco de paz a nuestras atribuladas almas.


Entramos en la iglesia en plena misa y nuestra sorpresa es mayúscula cuando vemos que quien está oficiando la ceremonia es una señora mayor vestida con ropa de calle. ¿Herejía protestante o catolicismo feminista? Nos enfangamos en estas discusiones bizantinas mientras proseguimos con el garbeo. Estamos en el barrio de Ciudad Jardín y, como su nombre indica, vemos mucha vegetación por la calle, una constante en toda la linea 4.

Caminamos sin rumbo fijo, pero no hay escapatoria: nuestros pasos nos llevan irremediablemente a donde todos deseábamos volver.

No aburriremos al lector con nuevas e impactantes fotos, ya que la crónica de la semana pasada fue dedicado casi en exclusiva a glosar las virtudes de nuestra querida carretera, pero si queremos mencionar que nos ha gustado mucho el puente por el que hemos cruzado esta semana, ya que permite apoyarse en la barandilla y disfrutar del paisaje como se merece.

Una vez hemos cruzado al otro lado, por fin nos encontramos con el desarrollo urbanístico prototípico de nuestras anteriores andanzas que tanto echábamos de menos.





Llegamos a Arturo Soria, donde ya habíamos estado en anteriores entregas de esta saga, y recordando las visicitudes sufridas en aquel garbeo, nos vuelven a entrar ganas de hacer el mal.

Descubrimos además que nuestro paso por el barrio ha surtido efecto y ya hemos inspirado a los comerciales con nuevas formas de marketing adaptadas al siglo XXI.

Decidimos dar por finalizado el garbeo y paramos en un bar, pero nos llevamos una desagradable sorpresa cuando el camarero nos dice que no tienen ali-oli, lo que provoca que no podamos realizar nuestra rutinaria cata semanal de braviolis. Nuestra única propuesta para este barrio es cuidar este tipo de detalles para no ahuyentar a turistas quisquillosas como nosotras.
