‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc.
Es dificil no creer en el Progreso cuando, a la salida de la boca de metro de Ciudad Lineal, los cegadores neones de las casas de apuestas iluminan la plaza en la que se yergue imponente el Alcalá Norte, centro comercial del barrio. Un obelisco digno de un templo egipcio anuncia a los viandantes el nombre del complejo y dos enormes planchas de metal cuelgan a la entrada, sujetas por dos barrotes. Decididas a satisfacer nuestras necesidades de Grasa, cruzamos la puerta y el capitalismo nos abraza en su seno.
Inaugurado en 1999, el Alcalá Norte no es un centro comercial al uso. Concebido en régimen de multipropiedad, son los pequeños tenderos los propietarios del complejo, sin grandes marcas de por medio. Y aunque hoy muchos de aquellos pioneros han cerrado sus puertas y los locales languidecen a la espera de algún emprendedor con suerte…
…aún permanecen allí muchos vendedores que buscan captar la atención del cliente de númerosas formas. Con nosotras, desde luego, lo consiguieron.



Una de las cosas que más nos sorprende del centro son los exhuberantes pechos que lucen orgullosas algunas de las maniquies.






Pero nuestro local preferido es sin duda la tienda de las espadas, una extraña mezcla entre un Todo a 100 y un anticuario en el que predominan los objetos punzantes.
Podríamos pasarnos horas y horas escarbando entre katanas, llaveros del año la polka, libros, peluches, muñecos, figuritas de ajedrez, navajas de Rambo y DVD de Cosmos (la buena, la de Carl Sagan) pero salimos del Alcalá Norte para ver que nos depara nuestro paseo por el barrio. Es ya de noche y resulta muy sencillo perderse si se va con esa intención, como es nuestro caso.
Pateamos por las calles de Ciudad Lineal sin descanso durante más de una hora. No tenemos rumbo fijo, no hay casi gente por la calle y la mayoría de los comercios ya han cerrado. La ausencia de coches nos permite caminar por la carretera, lo que es de agradecer en algunas zonas en las que la acera es reducida a la mínima expresión.
Cruzamos por una zona particularmente destartalada donde vislumbramos una moto que está cubierta por una colcha blanca en la que lucen estampadas unas flores de color verde. Conforme nos acercamos, nuestras peores sospechas se van cumpliendo. Esto no es un cubremotos cualquiera: estamos ante un Toldo Verde vuelto del revés.
Semejante uso de un símbolo común a todos los españoles nos resulta bastante perturbador. Poco después, un señor postrado en un banco cubierto con la bandera de España proclama muy solemne que «la democracia no es lo mejor». ¿Que sera este hombre? ¿Fascista, comunista, o sorteista?



Cerca del bar «el Paquito» nos encontramos con la comisaría de Policía, aunque a primera vista aquello parece más un contenedor que la sede de las FFCCSE. La siguiente manzana la ocupa entera la parroquia de San Genaro. Unas vallas rodean la iglesia, y a la izquierda de la entrada al recinto podemos ver el siguiente cartel:

Los caminos de la gran ciudad son inescrutables, y calle arriba, calle abajo, nos topamos con una mole que nos resulta familiar. Volvemos a ver las tiendas de ropa con maniquies de curvas imposibles, los Sportium, las churrerías ambulantes. Sí, hemos vuelto al punto de partida. Avanzamos recto algunas manzanas por la calle Alcalá y torcemos antes de llegar a la parada de Pueblo Nuevo para no spoilearnos nuestro próximo garbeo. Descartamos algunos bares sin saber muy bien el porqué y permanecemos un rato a la puerta de un sitio muy recogido en el que se entrevé a algunos latinos bailando, pero decidimos optar por lo clásico e ir al bar de al lado para redactar nuestras propuestas.
- Por descontado nuestra primera medida es la prohibición absoluta de usar el Toldo Verde para cualquier otro fin que no sea ondear en los balcones y cubrirnos del sol.

- Otorgarle algunos de los locales vacíos del Alcalá Norte al señor de la tienda de espadas para que lleve más cosas entre las que podamos fisgar emocionadas sin parar.

- En los locales vacios del Alcalá Norte también podrían instalarse las sedes de algunas federaciones del barrio.

- Y ya por último, investigar si la forma de los maniquis femeninos se debe a que algún avezado entrepreneur ha descubierto mediante Big Data que en este barrio proliferan las mujeres despampanantes.
