‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc.
Por séptima y última vez, la comitiva ultrarracional de mejoras urbanísticas ha comenzado su singladura partiendo desde la calle Alcalá. En esta ocasión empezamos el garbeo en la estación de El Carmen, prácticamente contigua a la frontera entre Ciudad Lineal y Salamanca. Nos basta caminar un minuto para llegar al cruce entre Alcalá y la M-30, donde se encuentra la sede de Ciudadanos. El año pasado por estas fechas ya habíamos pasado por aquí en nuestro garbeo de Ventas, cuando el partido naranja gozaba de una situación mucho más benévola que la actual.

Un puente calatravesco cruza la riada de coches, conectando los dos distritos. Lo cruzamos y llegamos a la imponente plaza de toros, vetusto coliseo testigo de gestas que en su día se cantaron con la misma efusión con la que Manolo Lama vociferaba cada vez que el Bicho metía un gol en el Santiago Bernabeu. Habida cuenta de que en los anteriores garbeos hemos recorrido palmo a palmo todos los barrios al este de la M-30, decidimos avanzar hacia el centro de la ciudad. Quien sabe, quizá acabemos acercándonos a la calle Serrano a comprar unos trapitos. Que hace mucho que no renovamos el fondo de armario.

Lo cierto es que en el distrito Salamanca no hay sitio solo para tiendas de lujo y enormes edificios decimonónicos de techos altos. Los clichés se desvanecen cuando paseamos por las estrechas calles de Guindalera, donde encontramos muchas proclamas y elementos estéticos similares a los ya vistos en Madrid-Este.



Quizá el edificio más llamativo de la zona es esta guardería infantil, de un tono rosa pastel muy marcado que contrasta con la sobriedad del resto de la calle, y de donde parece que va a salir en cualquier momento el Sombrerero Loco de Alicia en el Pais de las Maravillas.
Poco a poco nos acercamos al corazón del barrio, las calles se amplían y los edificios son cada vez más suntuosos. En una de las calles que cruza con Francisco Silvela nos topamos con el Bar Sidney y uno de los miembros de la comitiva entra para para preguntar a los dueños el porqué del nombre. La historia tiene su miga: en la década de los cincuenta la pareja propietaria del bar fue pionera en España en realizar un viaje a nuestras antípodas, lo cual les marcó mucho. Y es normal, ya que un viaje a Australia hace tantos años no estaba al alcance de cualquiera. El caso es que ahora si que empezamos a vislumbrar elementos que nos hubiese sido imposible encontrar en anteriores garbeos, principalmente Grasa en forma de bienes de Veblen.


Pero por mucho cambio que haya la esencia sigue siendo la misma: tradición vs modernidad.
También nos encontramos elementos ya advertidos en anteriores garbeos, como el uso indiscriminado de comillas dobles.
Entramos en un callejón en el que la exhibición de Grasa en los escaparates es mucho menos ostentosa que en las tiendas colindantes y descubrimos que un calzado similar al de otros locales es aquí infinitamente más barato.
- Ya están aquí las rebajas
Hemos llegado a Colón, así que poco queda por descubrir. Entramos en el centro comercial de la plaza, muy moderno y esplendoroso, con una estética en sintonía con las tiendas ya vistas en nuestro garbeo.
Nos tomaríamos la caña de rigor en alguno de los bares del recinto, pero por muy burgueses que seamos no nos da la economía para pedirnos unas raciones aquí. Avanzamos por la calle Génova, realizando la reverencia de rigor delante de la sede del PP, y acabamos pidiendo unas braviolis en un bar de Alonso Martinez.
La política que seguimos en los garbeos es la de saltarnos todas las paradas comprendidas en el círculo que forman la linea 6 por el noreste y el Manzanares por el suroeste, debido a que entendemos que el centro de la ciudad ya es suficientemente conocido y ha sido convenientemente explorado por turistas y capitalinos de diverso pelaje. Sin embargo, queremos finalizar esta crónica con una propuesta sobre la disposición de los locales en el barrio Salamanca, y es que es dificilmente comprensible que no haya ni un sólo Alimentación/Frutos secos en kilómetros a la redonda, máxime teniendo en cuenta que estos locales son una de las señas de identidad de Madrid. Urge expropiar alguna de las tiendas de Versace, Prada o Jimmy Choo para que los tenderos puedan montar establecimientos en los que se vendan pizzas Campofrio, litronas, refrescos, cigarrillos sueltos, latas de Fabada Litoral y noodles precocinados.
