‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc.
El parque de Eugenia de Montijo fue el punto de partida del garbeo – especialmente concurrido – de esta semana. Sentadas en la hierba, esperamos a que todos los miembros de la comitiva vayan llegando y nos dirigimos a la Ermita de Santa María la Antigua, ya visitada anteriormente. En esta ocasión, en vez de cruzar el descampado que ocupa el espacio de la antigua cárcel de Carabanchel, torcemos por un caminito al que sólo le falta un matojo rodante para parecer recién salido de una película del oeste y avanzamos cual cowboys iracundos.

Una de las razones por las que cruzamos por este camino es que así podemos pasar cerca del CIE de Aluche, fastuoso edificio cuya estética no parece estar muy acorde con las funciones que en él se realizan.

Continuamos nuestro camino y llegamos a la plaza de Aluche, punto de partida de nuestro próximo garbeo, donde destacan la escultura de las tuberías torcidas y el reloj cuadrado en la pared de hormigón, auténticas odas a la Modernidad.
Hacemos buen uso de la cafetería «Aquí te espero» donde aguardamos a que lleguen algunos miembros de la comitiva que se habían retrasado un poco y, tras marear un poco a la camarera pidiendo cada uno una consumición distinta, proseguimos nuestro camino. Si al principio contemplamos la iglesia más antigua de todo Madrid ahora hacemos lo propio con la que quizá sea la más moderna o, al menos, la que más se afana en parecerlo: la Iglesia de San Hilario de Poitiers, más semejante a una urbanización con piscina que a un templo del Señor.
El calor aprieta y cruzamos por zonas amplísimas y diáfanas en las que cuesta encontrar alguna sombra salvo cuando encontramos algún arbol solitario bajo el que cobijarnos. Una gerontócrata nos afea muy enfadada que muchas no llevemos puesta la mascarilla, lo cierto es que no nos queda más remedio que coincidir con ella en que la juventud de hoy en día es una irresponsable.

Nos encontramos con un grupo de señoras haciendo taichi en el parque, en el edificio de al lado podemos vislumbrar a los residentes pegandose un chapuzón en la piscina comunitaria. Los solares son cada vez mas extensos, todo apunta a que a cada paso que damos nos alejamos de la civilización y encaramos ya los confines de la gran ciudad, pero Madrid siempre nos tiene preparado algo más. De repente, los solares desérticos y los enormes edificios dan paso a una miriada de chalets blancos, muchos de ellos engalanados con la bandera de España.
¡Que de sorpresas tiene esta ciudad!


Dejamos atrás semejante remanso de paz y, ahora sí, topamos con la nada.


Avanzamos por la carretera, solo un par de coches perturban nuestro paseo. No tardamos mucho en llegar a la A-5. Vislumbramos una pasarela por la que cruzar al otro lado y nos dirigimos hacia allí.
Cruzamos una rotonda desangelada y vamos a parar a otro descampado que parece no tener fin. Nuestra amiga Raspilla se ausenta para buscar a una compañera ultrarracionalista que no nos encontraba pero nosotras permanecemos en el sitio, prendadas por las vistas que descubrimos: a lo lejos se distingue la Ciudad de la Imagen y algunas casas de Ciudad Jardín.
Seguimos avanzando con la intención de llegar hasta allí, pero tras mucho caminar ante nosotras se yergue una enorme valla. Una amable pareja de gerontócratas pasea al otro lado, les preguntamos si existe alguna forma de cruzar al otro lado y nos responden que no es posible. A nuestra derecha tampoco podemos girar porque hay otra valla en la que se nos avisa que estamos en jurisdicción militar, así que llamamos a Raspilla a ver si no se ha perdido y está sana y salva, y cuando nos responde que está con su amiga al lado de la parada de Aviación Española nos damos cuenta de que las que nos hemos perdido somos nosotras.


Cansadas y hambrientas, nos sentamos en la terraza de un bar y damos buena cuenta de unas raciones. Nuestra propuesta para la mejora del barrio es la recalificación urbanística de los innumerables descampados que hemos visto a nuestro paso para que Florentino Pérez construya edificios de oficinas, urbanizaciones con piscina y el Nuevo Santiago Bernabeu.
