Propuestas para una mejora ultrarracional de Torres i Bages

Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Barcelona es un garbeo semanal que parte cada viernes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y realizar una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, etc. Consulte aquí los próximos destinos.

 

TORRAS I BAGES: NUESTRA VIDA ES LA LUCHA.

 

Tras las turbulencias producidas por la moción de censura y varias sesiones de electroshock que nos permitiesen seguir adelante con nuestros garbeos, salimos del metro dispuestas a iniciar una nueva aventura. Nos encontramos en el Paseo Torras i Bages, espina dorsal del barrio de Sant Andreu. Dicho paseo recibe el nombre del ilustre obispo José Torras y Bages (1846-1916), alineado con el catalanismo político conservador, quien afirmó en su día que «Cataluña será cristiana o no será».

En tal insigne enclave se encontraban hasta hace unos años los cuarteles de artillería de Sant Andreu. En 2005, el fallecido urbanista Manuel de Solà-Morales proyectó el conjunto urbano que hoy se encuentra en desarrollo, el cual perseguía construir 100.000 m2 de vivienda social, 100.000 m2 de equipamientos y 22.000 m2 de parque público sobre las 11 hectáreas del solar de los antiguos cuarteles. En palabras del arquitecto:

 

«Por tamaño y situación, éste es un proyecto de ciudad dentro de la ciudad […] La centralidad metropolitana de este espacio y la voluntad de interacción (interna y externa) provocada por la disposición urbanística pueden hacer de lo que podría haber sido un programa inicial de viviendas y servicios independientes un verdadero proyecto urbano, experiencia modelo en la nueva política de vivienda que se proponen las administraciones catalanas.»

Decidimos, pues, adentrarnos en dicha tierra prometida a fin de encontrar las bellezas y maravillas que el urbanismo parecía haber dispuesto para nosotras en este nuevo Edén urbano. Tanta lírica y expresividad en las palabras parecía aventurar el encuentro de una nueva Plaza Catalunya, dada la centralidad metropolitana de la que presume el proyecto. De hecho, empezamos a pensar que nos habíamos equivocado al trazar el perímetro de los garbeos.

Sin embargo, y por suerte para nosotras, la buena nueva arquitectónica no se había cumplido. Las teorías urbanísticas de los años sesenta aplicadas en los 2000 no parecían encajar muy bien con la desolación que teníamos delante: el panorama no se asemejaba en nada a las Ramblas. Aprovechamos la coyuntura para seguir la regla de esta práctica milenaria que tan bien preservan nuestros mayores: mirar las obras y opinar. Observando el cielo, empezamos a sospechar que el fracaso del proyecto provienía de la multitud de chemtrails que nos gaseaban para evitar que lloviese sobre nuestras ultrarracionales cabezas.

Captatio benevolentiae
Chemtrails

Retornamos al Passeig Torras i Bages para contemplar el último vestigio que queda en pie de los antiguos cuarteles. En él se ubica la sede de la «Hermandad de antiguos caballeros legionarios de Barcelona». La puerta parece cerrada y la cámara de vigilancia apunta hacia la fachada del propio edificio… Rodeamos el edificio admirando sus coloridos y patrióticos murales. Parece que aún queda esperanza en la era SNCHZ.

Puerta de acceso a la sede de la Hermandad
Cámara de autovigilancia
Pintura mural «Legionarios a luchar, legionarios a morir» junto a un anuncio de la campaña Xtantos que solicita a los contribuyentes marcar la X a favor de la Iglesia en la declaración de la renta.

A lo lejos del Paseo de Santa Coloma divisamos el bloque del señor Donato que visitamos dos garbeos atrás. Una puerta abierta en la valla que sitiaba el solar del edificio de la Hermandad descubría un edificio en construcción que nos tentaba en demasía. En el descampado tras el cercado, una multitud de motos con el logotipo de «Rebels Hell Angels» anunciaba un encuentro de motoristas bien equipados.

El local, que parecía cerrado desde fuera, resultó ser un bar bastante animado y concurrido. Antes de entrar, decidimos dar una vuelta por los alrededores, admirando el huerto urbano adosado al muro del edificio ornado con insignias rojigualdas de la Legión. Bajo la atenta mirada de unos infantes que interrumpieron sus juegos en el solar -«moros y cristianos», seguramente, el equivalente decente de «polis y cacos»- llegamos hasta la estructura del edificio a medio construir, donde, tras comprobar que «hai guarda gitano», tomamos la decisión de entrar al bar de los legionarios, que nos daba un poco de respeto puesto que no portábamos nuestras mejores galas.

Tras un poco de maquillaje y aseo de todas aquellas señas de identidad que pudieran causar el recelo de nuestros anfitriones (una camiseta de Anti-flag con la cara de George Bush, otra de monja-jamón y una chaqueta de la marca Soviet), nos decidimos a entrar en local. Planeamos explicar que éramos inocentes estudiantes del máster de restauración arquitectónica y que nos encontrábamos allí haciendo un estudio del edificio a nivel patrimonial. Siguiendo la doctrina marcada por Arquitectos de Cabecera, explicaríamos que nos interesaban no sólo los edificios como entes materiales, sino, por encima de todo, sus habitantes, los cuales forman parte de su historia y patrimonio inmaterial. Con el discursito bien aprendido y nuestras mejores galas, entramos, ahora sí, en el local.

En la terraza se encontraban los moteros del infierno cuyas burras habíamos visto aparcadas antes. Les explicamos nuestra historia y nos dijeron que preguntásemos dentro, que ellos eran sólo visitantes. Si la decoración del patio, la bandera nacional ondeando y un alicatado con sus colores guarneciendo la base del mástil ya nos produjo una sensación que rozaba el einfühlung de Lipps & cia., el interior del local nos sorprendió gratamente. Se trataba de un bar dividido en dos crujías por sendas arcadas forradas de cartón yeso imitación piedra. Cerca de la entrada, unos maniquíes vestidos de militares nos dieron la bienvenida. La concurrencia –mayormente masculina– se arremolinaba en torno a la barra.

Salió a recibirnos Adolfo, con su puro humeante bajo el bigote, para interesarse por nuestra presencia. Le contamos nuestra historia de por qué estábamos allí y le preguntamos por el futuro del local y el edificio a tenor del nuevo planeamiento. Adolfo nos dijo que el edificio lo iban a tirar y que los trasladarían a comandancia militar seguramente, cerca de Colón. En cuanto a las viudas de militares que residen en los pisos superiores, nos informó de que las iban a realojar en el nuevo edificio en construcción que acabábamos de ver.

Al tiempo que observábamos curiosas las fotografías que llegaban hasta el techo con desfiles militares, procesiones y personajes de la farándula –como Carmen Sevilla, con la que una de las miembras no dudó en hacerse una serfie, shiquilla–, nos invitaron a pasar al fondo del local para admirar la capilla del Cristo de la Buena Muerte. Hasta allí nos acompañó Paqui, con la que entablamos una amena conversación. Según Paqui, «los legionarios tienen mala fama, pero lo que más hacemos aquí es obra benéfica para la Iglesia». Sobre el nuevo futuro que asola España, nos dijo que «tantas mujeres son para hacer propaganda, pero no tienen estudios. Cuando gobierna el PSOE, España se hunde», así como que «al “Echineque” ese hay que pagarle la silla de ruedas entre todos». En cuanto al inminente traslado de las viudas por parte del Ayuntamiento de Barcelona, Paqui proclamó que «la Colau, que llegó siendo antideshaucios, nos quiere deshauciar. Estos se compran chalets y a nosotros nos echan. En ningún lugar haremos tan bien nuestra obra benéfica como aquí. Esta no va a volver a ganar.». Pero también nos dio gratas lecciones de historia, afirmando que «la única bandera es la de España, la bandera catalana no es de ellos sino que es la bandera de Aragón. Los catalanes eran nómadas y los vascos también».

Interesadas por el huerto del exterior, Paqui nos informó de que «lo cuidan niños con síndrome de Down» y que actualmente «lo tienen algo dejado». Durante la conversación, los parroquianos cantaron animadamente «¡Viva España, viva la muerte y viva el Cristo Rey!». Antes de despedirnos, Paqui se vino un poco abajo y nos habló  con nostalgia del pasado del local, en el que se acostumbraba a jugar al bingo los domingos antes de su actual declive. Roberto, uno de los contertulios, se acercó para interesarse por nosotras (en especial por una de nuestras miembras) y por nuestra labor. Nos dijo, medio disculpándose, que a él no le gustaba el Reggaeton que estaba sonando en ese momento, sino que él era más de Rock. Le pedimos que se hiciera una foto con nosotras, a lo que aceptó encantado.

Cara al sol en el hortus legionarius.
La capilla
Altar con ofrendas
Ventana sin vistas a Torras i Bages
Asombro ante tan alegre decoración.
Mickey legionario
Comando Barcelona + Comando Legionarios = Súper comando ultrarracionalista

Al salir del local ya era de noche. Excitadas por tan espléndida muestra de ultrarracionalismo (o más bien Ultranacionalismo), nos cambiamos de bando para ir a visitar La Casa Bloc. Este emblemático edificio de vivienda social, proyectado por el arquitecto del GATCPAC José Luís Sert en tiempos de la República, constituye uno de los pocos ejemplos del Movimiento Moderno en Barcelona. Al ganar la guerra, los sublevados mandaron construir un cuartel de la Guardia Civil tapando el edificio –hoy demolido– y ofrecieron el conjunto destinado en principio al Proletariat a las viudas de militares y legionarios.

 

Tras una breve charla en uno de los patios del edificio, emprendemos la búsqueda hacia el bar de rigor a fin de hidratar nuestros gaznates. De camino, frente a la tienda de jamones Casta Noble, hablamos con Jesús, soltero manchego que trabaja en Granollers. Nos cuenta que es un apasionado del barrio y que «la Guerra dels Segadors empezó aquí, quemaron la torre que le falta a la iglesia». Finalmente acabamos en La Taberna del Mossen, bautizada en honor a nuestro ilustre señor y eminencia Torras i Bages. Sentadas en la terraza, deleitan nuestros oídos salvas ultrarracionales de las mesas de al lado, del tipo «Mi vida es una lucha continua entre el bien y el bar». Recuperadas las fuerzas, nos dirigimos a casa a lomos de nuestra amada L1. Quién sabe qué gloriosas gestas nos deparará Sant Andreu.

Continuará…

Si le ha gustado Torres i Bages, no se pierda una de las ofertas que más hace salivar cuando se aplica al valor grasa: el 2×1. Déjese deleitar por tan sabrosa propuesta y acompáñenos en esta ruta entre el ocaso popular y el advenimiento de la caballería progre: Trinitat Vella.

Jamones sí, chalets no.

Espectadores de Hora de Aventuras en la taberna.

 


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