Si a la gente no le gusta lo que escucha, que deje de escuchar. Si dicen “Tenemos derecho a censurarte, porque pensamos que...” Bueno, pues que piensen diferente.
Cuando Guy Debord disolvió la Internacional Situacionista en 1972 ya no contaba con la exclusiva de la provocación. Numerosos grupos artísticos blandían las armas que les habían cedido el dadaísmo y el surrealismo, como las performances y los ready-mades de vídeo de Fluxus, mientras que el nicho contracultural juvenil, ahora concentrado en la música, llevaba más allá los límites de la moral sexual, la estética y el nihilismo dadá. Pero si un movimiento pudo heredar eso y llevarlo al más alto nivel, este fue el punk.
Buñuel había expresado que las guitarras eléctricas eran “un invento del demonio”, y que le gustaría enviar a la silla eléctrica (imaginaria) a los “jovencitos” que tocasen el instrumento a tantos decibelios.42 Pero al cineasta, nacido en 1900 y amante del jazz de su juventud, le pasaba en 1977 lo mismo que a Breton en 1955: era demasiado viejo. No podía apreciar que entoces el discurso revolucionario ya no estaba en los sesudos manifiestos de Breton, llenos de referencias a filósofos, poetas y artistas, sino en los mensajes situacionistas de Johnny Rotten43 sobre las cuerdas distorsionadas de Steve Jones, con las prendas degradadas de Vivienne Westwood y en los episodios absurdos perpetrados por Malcolm McLaren: la maquinaria de los Sex Pistols.

Los Pistols no son más que un gran experimento situacionista. Con su verborrea y descaro, junto a las situaciones escalabrosas a las que les conducía McLaren, llevaron el arte del escándalo a límites insospechados hasta entonces. McLaren, mánager impulsor según algunas personas, “cagón” para otras, quería hacer de los Pistols un experimento artístico. “La única norma que tenía es que si no molestaba no merecía la pena. Si no causaba problemas, tampoco merecía la pena. Aparte de eso, tenía que tener mucho estilo y ser sexy para que se pudiera vender”. Su influencia, por supuesto, fue el grupito de Debord. “Todo era muy aburrido en la escuela de arte, hasta que descubrimos el situacionismo, que inspiró a los estudiantes a crear un estilo de vida que pudiera cambiar las tornas”.44
Mientras McLaren les metía en problemas (o “situaciones”), Johnny Rotten lanzaba mensajes incendiarios al público en forma de eslóganes situacionistas. Según se florea en su libro de memorias: “No estaba simplemente arrojando ladrillos a escaparates como símbolo de rebelión, estaba arrojando palabras donde realmente importaba. Las palabras cuentan”.
Gran parte de la potencia destructiva de los Sex Pistols se encuentra, precisamente, en el détournement. Sus atuendos eran piezas degradadas por Vivienne Westwood, de forma tanto intencionada como por el descuido en su realización: se rompían constantemente, de modo que había que acudir al imperdible para mantenerlas en su lugar. En lo musical, su canción God Save the Queen nos sirve de ejemplo doble: el título resignifica el himno británico, y su portada consiste en un collage dadaísta sobre el rostro de la reina. Y por supuesto, su sonido degrada la música pop a una sencillez y crudeza muy lejanas de la ostentación del rock progresivo y la teatralidad del glam, las corrientes musicales imperantes en la época.


Pero la gran aportación del punk fue llegar, por fin, a las masas, al canalizar su mensaje y modos a través de la música. Se convirtieron en espectáculo, en una degradación mutua desde el grupo a los mass media y viceversa, y con ello consiguieron que una masa de jóvenes copiara su absurda indumentaria dadá. Los convirtió en “actores”, como soñaban los situacionistas… pero de una repetición. “El Daily Mirror sacaba artículos titulados Cómo vestirse como un punk, y todo se volvió del revés. (…) Una vez que la estampida comienza, ¿cómo la vuelves a meter en el corral? Y, de hecho, ¿por qué debería hacerlo yo?”45
El éxito mató al gran experimento situacionista que fueron los Sex Pistols. Pero, gracias a él, hoy el Pueblo puede regocijarse viendo a gente insultarse en televisión.
Escándalos punk
El pistoletazo de salida fue la entrevista de diciembre de 1976. Por una serie de factores (que incluyen la ingesta de alcohol por parte de todas las personas que estaban ante las cámaras, incluído el presentador, Bill Grundy) tuvieron vía libre en televisión para insultar a Grundy [con construcciones como dirty sod («guarro cabrón»), dirty old man, («viejo verde») o fucking rotter (“puta rata”)] y meterse con Beethoven o Mozart, e incluso exhibir brazaletes con la esvástica nazi. La emisión era en directo, y la cadena recibió cientos de llamadas de viejas indignadas porque habían oído decir fucking a la hora del té. El hecho copó las portadas de los periódicos británicos al día siguiente, y el presentador fue despedido. El tsunami punk había comenzado.

La prensa había descubierto la gallina de los huevos de oro, y la explotó hasta la extenuación durante los meses siguientes. Al tiempo que indagaba en los vaivenes personales de sus integrantes (en una persecución semejante a la de Amy Winehouse años más tarde), la carrera musical de los Sex Pistols era impulsada por innumerables trabas. God Save the Queen fue editado más tarde de lo previsto porque las trabajadoras de la prensa de vinilos se negaron a manufacturar la portada con el rostro detournado de la reina. Cuando por fin vio la luz, muchas tiendas de discos no quisieron venderlo, y la BBC prohibió su emisión en la radio. El grupo, no obstante, se mantuvo íntegro: “No entendemos por qué dicen que somos políticos… ni siquiera sabemos cómo se llama el Primer Ministro”.47


Muchas ciudades británicas les prohibieron actuar. De modo que, coincidiendo con las celebraciones del jubileo de la reina, ofrecieron un concierto mientras navegaban en un barco por el Támesis frente al Parlamento. Gran parte del pasaje del barco, incluído McLaren, fue arrestado nada más atracar. El acto fue todo un acierto comunicativo: el momento apropiado (las celebraciones del jubileo) en el lugar apropiado (frente a la institución británica más importante, y en un lugar difícilmente accesible por las autoridades), y con una técnica estética y de creación de mensajes depurada en sesenta años, desde la irrupción del dadaísmo, lo que les permitió de nuevo hacer pleno en los medios de comunicación. Eso sí: el sonido fue pésimo. La obra de arte no es aquí la interpretación, sino la performance.
Trece meses después de la entrevista que les llevó a la fama, varios escándalos y prohibiciones más, algunas palizas en un Londres depauperado por la crisis del petróleo, y una intensísima cobertura mediática de la vida de unos jóvenes, Johnny Rotten dejó el grupo. Fue en la última etapa de un tour que McLaren había diseñado por bares redneck del sur de Estados Unidos con el único objetivo de provocar a la audiencia local y generar conflicto. Su trabajo ya estaba hecho: había posibilitado que clasemedianos como usted y como yo hoy podamos degustar el punk como quien degusta música de cámara, degradándolo en ese mismo proceso. Pero la señal de comunicación masiva ya había sido intervenida, ahora tocaba mantenerla con la guerrilla. Sigue leyendo.
Notas
42 Pérez Turrent, T., De la Colina, J. (1993) Buñuel por Buñuel.
43 “Johnny Rotten” es el nombre que John Lydon usó en su etapa con los Sex Pistols. Usaremos uno u otro según los hechos o declaraciones a los que nos refiramos en cada momento.
44 Bogdanov, B. (1989) On the passage of a few people through a rather brief moment in time: The Situationist International 1957-1972
45 Lydon, J. (2014) La ira es energía. Memorias sin censura.
47 Wikipedia. Sex Pistols.