Sobre la necesidad de Gol

Durante la pandemia, están saliendo por todas partes mensajes de «por fin nos damos cuenta de que lo esencial son los agricultores y que el fútbol es totalmente prescindible». No estoy para nada de acuerdo con este statement de Empleo-sin-Gol. Es cierto que podemos establecer una distinción pragmática entre lo esencial y lo no esencial si tu propósito exclusivo es conservar la vida humana biológica. También podemos mantener con vida artificialmente a gente con muerte cerebral o sin corazón. Pero esto no es una vida normal ni es lo único que necesitan las personas.

El capitalismo te arroja a un mundo donde para hacer Empleo tienes que entregarte a machacar a los demás con los ojos inyectados en sangre, mientras que, como premio, sólo se te ofrece una pequeña participación en el universal de la Grasa.

Aparte, siempre pasa lo mismo cuando se ponen en cuestión las «necesidades superfluas», hoy el fútbol o la Semana Santa, ayer, qué se yo, otros ritos sagrados, o bañarte en la playa y emborracharte de cuando en cuando. Limitarte a decir que estas cosas son prescindibles no te informa nada sobre su necesidad práctica, es decir, ¿por qué de hecho hace la gente eso cuando no lo necesitan? En general, hay que preguntar y explicar: ¿existe una necesidad de Gol?

En mi opinión, ya lo hemos explicado en Ultrarracionalismo, Gol es fundamental en una sociedad de masas. Primero, porque uno no tiene siempre Empleo. Segundo, porque el capitalismo por lo general te ofrece empleos de mierda, te roba ocio y socialidad, y te arroja a un mundo donde para hacer Empleo tienes que entregarte a machacar a los demás con los ojos inyectados en sangre, mientras que, como premio, sólo se te ofrece una pequeña participación en el universal de la Grasa. Tercero: da igual que atesores un pobre cuenco de Grasa o una auténtica lluvia de cuencos de Grasa, siempre vas a necesitar algo que tenga al menos la apariencia de no-Grasa, tal como amigos, amor, que tu vida sea una «obra de arte» o, sobre todo, mito y rito.

Lo único que evita que la población se haya lanzado ya con palos y antorchas sobre los palacios de gobierno y las casas de los ricos es que las gráficas están haciendo Gol.

Es aquí donde Gol cobra una importancia extrema. Primero: Gol cubre las necesidades que Empleo no puede cubrir. Segundo: Gol admite la posibilidad de auto-gol, de modo que uno puede fracasar en Empleo o ser calvo, pero si votando al PP la economía crece, entonces está haciendo Gol. Tercero: es falso que en estos momentos de zozobra Gol no sea necesario; al contrario, su imposibilidad lo hace aún más necesario y deseable. Pensad que podemos soportar el fin de la Liga, pero que además sabemos que la economía irá fatal en los próximos trimestres, los sistemas tecnocráticos están mostrándose vulnerables, la tecnología que necesitamos tardará un año en llegar, etc. y todo esto no hace sino incrementar la desesperación de la pipol.

Pensad, de hecho, que lo único que evita que la población se haya lanzado ya con palos y antorchas sobre los palacios de gobierno y las casas de los ricos es que las gráficas están haciendo Gol; es decir, que parece que, al estar confinados, la curva se está aplanando y cada vez hay menos muertes. Considerad toda la parafernalia de gráficas, numeritos que suben y bajan, clasificaciones de países que lo petan o se vienen abajo, países malos que requisan y se roban los unos a los otros suministros, los intercambios de noticias xenófobas sobre ideas y medidas atrabiliarias en países exóticos que son potenciales rivales, o las comparecencias públicas destinadas a vehicular el odio de la gente ante agravios recibidos en todo este «juego». Todos estos elementos constituyen un relato en el que Gol es posible, y, de una manera perversa, sabemos las reglas y condiciones en las que hacemos Gol o nos lo están metiendo, y deseamos meter Gol de los modos más ruines. Sin todos estos artefactos esenciales (de ahí el carácter esencial de la seudo-prensa, por ejemplo) jamás aguantaríamos el confinamiento.

He ahí, por tanto, la íntima falsedad de las críticas simplistas acerca de las necesidades superfluas. En un mundo casi pre-neolítico, epicúreo, de gente tumbada al sol abriendo higos y morreándose con el de al lado, esta crítica tiene sentido. En el mundo de la megamáquina y el colectivismo efectivo disfrazado de relaciones de libertad formal, las necesidades superfluas no existen, todo lo que existe tiene una necesidad funcional y punto.

 

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