España es unente abstracto, una institución colectiva.
Tú no puedes odiar a España.
España no tiene ojos y cabeza. El Rey no llena el cuerpo de España. Rajoy mucho menos. Nadal no es la piel de España. Fernando Alonso no es el alma de España. España no se alimenta de paella y vino.
España se alimenta de símbolos, fragmentos y flujos de intensidad y deseo procedentes de todas las personas, edificios e instituciones que la componen. Incluido tú mismo.
Tú no puedes odiar a España.
Dices que odias la corrupción, pero trampeas por unos eurillos cuando puedes. Dices que odias la guerra, pero mandas callar al prójimo. Dices que odias una bandera, y besas otra igualmente envenenada. Dices que odias el odio, y odias a los que aman a España.¡Enhorabuena! España está dentro de ti.
Tú no puedes odiar a España.
Puedes odiar símbolos y representaciones fragmentarias vagamente conexas bajo el título “España”. Pero has de reconocer que no puedes odiar todo lo que existe en España. Que esos símbolos son el campo de batalla entre Aguirre y Quevedo, entre Botín y Larra, entre María Teresa Campos y Valle-Inclán, y que tú sólo eres un jalador más en esa cinchada. Que tomas parte por una España.
La España que amas.
TÚ NO PUEDES ODIAR A ESPAÑA.
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