UN MES ANDALUZ (Y SEMANA IV)

SEVILLA O LA MARGARITA

Julieta no sabe qué ponerse para salir a bailar, mientras el maestro deshoja la margarita con cierta simpatía en horario prime time desde Persépolis. Hércules sube el volumen de su receptor recostado sobre los álamos de 1987. La habitación de Santa Catalina apesta a lencería litúrgica de cofrades que desfilan a la luz de versos almohades.

Llueve sobre la ciudad americana. Ficus y dragos asfixian la humedad. Su lengua se clava en el muro del espinazo hasta entumecerlo. La sangre despega del cuerpo en una explosión que recorre Triana al trote sin cochero. ¡Oh, Regina! Dios te salve de ser televisada llorando a tu hijo en la cruz. Y te salve también de acompañar el plato del español medio porque no sabe masticar la aurora.

A la hora de la Pasión tus hijos repartirán tus huesos. Y tu corazón blanco que una paloma trajo de Aviñón será cocinado para los perros en los bosques de Sienna. Reservad un mendrugo de pan y unas lascas de carne para los mendigos. Su estómago es agradecido y su piel amarillenta blasona la virtud de Occidente.

Daros la paz para vencer el miedo. Esquivad la sombra para atentar en su contra. Teñid vuestro esperma cuando entréis en la habitación prohibida. Todo es poco cuando está en juego la salvación del miembro.

La madrugada se extiende sobre el tercer reino. Ningún planeta quiere alinearse con la boca de Venus. Sevilla es un palimpsesto que reincide en estrellarse contra el ombligo del tiempo. ¡Más abajo! ¡Más abajo! ¡Hacia el infierno! Que la duda se disipe de una vez por todas. Y quede el aire, ya sea de triunfo o difunto.

 

Homo Velamine / Anónimo García

 

¡Habla, Pueblo, habla!

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