Cada semana El Medievalista nos enseña un montón de cosas curiosas sobre la Edad Media. Convencido de que la divulgación científica debe hacerse a través de las redes sociales, lucha con toda su pasión para que los Siglos Oscuros sean un poco más luminosos gracias a su sabiduría. ¡Si no quiere perderse nada, no olvide seguirle en YouTube, Facebook e Instagram! ¡Aprenderá más que matriculándose en cualquier curso de la UNED!
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Uno de los males de la sociedad actual (que los académicos como yo nos empeñamos en combatir) es que los ciudadanos no conocen la historia del lugar donde viven. Están tan empeñados en su trabajo, en sus familias, en sus bares o en los partidos de fútbol de su equipo favorito que no se paran a mirar lo que tienen alrededor. ¡Y lo que hay alrededor de nosotros no es otra cosa que los esfuerzos que los antiguos hicieron por perdurar y ser recordados! Los medievalistas rigurosos reconocemos la deuda que tenemos con los antiguos maestros y les rendimos el tributo que se merecen. Por eso he decidido salir a la calle para dar a conocer a cualquier persona curiosa los edificios, monumentos, estatuas y blasones que la gente de la Edad Media nos dejó. No soy un guía turístico ni quiero serlo, porque a menudo llenan sus explicaciones de imprecisiones y chistes de mal gusto. No obstante, a veces es necesario interrumpir mis propias investigaciones, para hacer alguna que otra labor filantrópica. Me siento muy honrado de que mis queridos medievalientes vean el mundo que les rodea desde una perspectiva mucho más completa al mismo tiempo que reivindico la herencia que nos dejaron los antiguos. No lo olvidéis: Somos enanos a hombros de gigantes.