‘Propuestas para una mejora ultrarracional de la ciudad de Madrid‘ es un garbeo semanal que parte cada martes de una estación de metro distinta, barriendo el plano por orden de líneas y de norte a sur. Cada garbeo consiste en caminar por donde nos venga en gana y realizar una visita a un bar local. En ellos conocemos al Pueblo en su salsa, interactuamos con él, cantamos a favor de la labadora, ondeamos una bandera, etc. Consulte aquí los próximos destinos.
Íbamos los tres en la moto por la calle Bravo Murillo hacia la Plaza de Castilla. Fue entonces cuando sucedió lo imprevisto.
—¡Para, para, Raimundo! —dice repetidas veces Agudo Benítez.
—¿Qué pasa? —pregunta frenando el conductor.
—Vuelve. Me ha parecido ver más atrás una joyería cerrada.
Dio la vuelta la moto. Anduvimos unos metros y, efectivamente, allí estaba la joyería Emilio. Mis compañeros miraron embelesados las joyas… «Fíjate en ésta…, ¡diez mil pesetas!… ¡Mira aquella, doce mil!», etc.
El 322 de Bravo Murillo es el sitio que cambiaría la vida de El Lute para siempre. Después de este pasaje que relata en «Camina o revienta» atracarán la joyería Emilio, resultando muerto el guarda de seguridad, Tomás Martín López, que se encontraba en el cuarto interior en el momento del atraco.
Hoy la joyería Emilio es una inmobiliaria cualquiera. Su gerente nos confirma de forma muy amable que efectivamente en ese mismo lugar se encontraba el establecimiento que atracó El Lute, al que llegó y del que huyó en la Montesa Impala más famosa de España. Nuestro gracejo y simpatía hace que enseguida nos conduzca al cuarto trasero donde aún se conserva la caja fuerte original de la joyería, que ahora se encuentra rodeada de plásticos, signo inequívoco de nuestro tiempo.

El gerente nos comenta que un día se acercó el propio Lute a la inmobiliaria, pero que se quedó ahí, mirando el escaparate, sin entrar. «Por lo menos no resultó usted muerto», le consolamos, tras lo cual le solicitamos que coloque una placa conmemorativa en la fachada, recordando este hecho. Ponemos cara amenazante para forzar su voluntad.
Valdeacederas, la última frontera
Que la joyería Emilio sea ahora una inmobiliaria de nombre ridículo es sólo un ejemplo de que Valdeacederas y, por extensión, Tetuán son el barrio-y-distrito-por-gentrificar. A una distancia correcta del mismísimo centro de Madrid y España, es decir, la Apple Store de la Puerta del Sol, un puñado de manoleteces resiste pero aquí y allí la falta de gusto y de unas buenas costumbres permite la intromisión de franquicias de nombres estrafalarios y precios absurdos. Por eso nuestro garbeo del martes 12 de Diciembre de este año que ya se acaba ha consistido en representar esa gentrificación tan anhelada.
Para ello hemos cogido prestados unos regalos que hallamos debajo de un hermoso árbol de Navidad, y hemos recorrido con ellos el barrio de Valdeacederas hasta hacer acto de entrega de la ofrenda en un Panaria, símbolo inequívoco del bagatelismo bagel sanissimo. Durante el camino hemos predicado la buena nueva de la Gentrificación en diversos sitios, como pueden observar en las siguientes imágenes. ¡No se imaginan lo que pasó después! ¡Véanlo! ¡Les cambiará la vida! ¡No se lo pierdan! ¡Les sorprenderá!
Esta vez, tras los fracasos socio-gastronómicos acontecidos en garbeos anteriores, como en Chamartín, hemos saldado la deuda de visitar un bar local en uno español-filipino de mundo clásico: los camareros iban convenientemente atrezzados con pajaritas y corbatas. Pretendían cobrarnos 8,50 euros por cuatro cañas bien tiradas y dos copas de vino de primera, con sus aperitivos correspondientes y contundentes, pero les hemos pagado 25’50 euros, un precio más acorde a nuestro recién estrenado espíritu gentrificador. Y el resto es polvo de estrellas. Y es que como escribió James Joyce en Finnegans Wake, en relación a la tormenta gentrificadora que se avecina:
“bababadalgharaghtakamminarronnkonnbronntonnerronntuonnthunntrovarrhounawnskawntoohoohoordenenthurnuk!”
Nuestras propuestas para Valdeacederas, pues, son las que siguen:
- Actualizar el nombre del metro a Valdecareras, en un avance de la gentrificación-por-venir.
- Obligar a los vecinos a pagar el triple en sus compras de bienes y servicios, para así acelerar el colapso.
- Hacer el Mercadona local más divertido, organizando concursos diarios de hurto y quemando la casa de aquellas personas que compren alimentos a base de aceite de palma.
- Eliminar las cuestas para que así sea más sencillo construir rascacielos como los de la colindante Plaza Castilla.
- Arrancar todos los carteles antigentrificación, aquellos que tapan los anuncios de conciertos de música latina, y los que no.
- Emitir en directo el programa de Ana Rosa Quintana, con la mismísima Ana Rosa Quintana, a diario, desde la colchonería Colchones y más (Calle del Capitán Blanco Argibay, 29) para así inflar aún más la mala imagen del barrio y que se gentrifique cuanto antes.