Volverán

Hiroshima - Dibujo de Dina Compadre

¡BUM!

Hubo un destello intenso, y comencé a ver diferente. Todo se volvió azul y esférico. Mareaba. Podía ver el aire moverse en pequeñas oleadas de arriba abajo. Pronto me di cuenta que no era aire, sino una especie de flujo magnético que manaba de una bomba grande y regordeta. Me asusté por un momento, pero luego vi que estaba quieta en el cielo. ¡No caía! ¿Qué artefacto era ese que alteraba así mis sentidos?

No sólo mi vista se había vuelto rara. Mi cuerpo  parecía flotar, pero era pesado a la vez. Las extremidades respondían lentamente, como en un sueño. De hecho no sé ni si las pude mover. La cuadrilla con la que estaba haciendo el cortafuegos contra las bombas seguía ahí, y también parecían alterados del mismo modo que yo. Alrededor todo estaba igual [casas, herramientas, escombros] pero parecía etéreo. Y ahí arriba seguía eso, aerostático y grotesco. Su flujo magnético continuaba envolviéndonos. Intenté levantar mi brazo hacia él. Creo que no pude. Intenté gritarle. Me ahogué.

No puedo describir mucho más, porque sólo duró unos segundos. De pronto sentí mi cuerpo caer y estrellarse unos centímetros más abajo sobre hierba fresca. Me quede tendido unos segundos mientras las formas y los colores volvían a mí, ya en su estado natural, y miré alrededor. Las casas de madera que demolíamos hace unos instantes ya no estaban. Mis compañeros sí, también tendidos sobre la hierba. Varias personas con trajes coloridos y extraños se acercaban a ayudarnos. Estábamos en un parque muy bien cuidado. ¿A dónde habíamos llegado? El río estaba ahí, si es que seguía siendo el Motoyasu… Giré la cabeza hasta el edificio de exposiciones con su gran cúpula, y entonces se me paró el corazón… ¡Estaba en ruinas! ¿Había habido finalmente un bombardeo? ¿O había sido también eso?

La señora Chi levantó la vista de la placa y miró el reloj. Faltaban dos minutos.

-Alucinante, ¿verdad? -Dijo el profesor Lao-. No son más que matemáticas aplicadas. Entonces aún no se entendía bien la teoría de la relatividad, y nadie pudo predecir cómo la bomba atómica había alterado la trama espacio-tiempo. A esos 70.000 pobres diablos de Hiroshima nadie los esperaba 80 años después… ¡No como hoy! Ya verá como su padre llega sano y salvo.

Un minuto. La señora Chi apretó los puños. ¡Desde luego que lo esperaban! Una cohorte de periodistas y científicos se agolpaba tras ella, esperando a ver la llegada del primer ser humano que viajaba en el tiempo de forma controlada. Pero no iba a cambiar su plan. Llevaba años preparando cada palabra del rapapolvo que le iba a echar a su padre. ¡Arruinar a toda la familia en semejante tontería! Al fin y al cabo, habían pasado 60 años y ahora ella iba a ser mucho más mayor que él. ¡Se iba a ente…

BUM

Texto publicado originalmente en Aerostático Grotesco nº3
Ilustración por Dina Compadre

¡Habla, Pueblo, habla!

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