The Yes Men: «Toda intervención es una historia, y tienes que contarla de tal manera que le llegue a la gente»

Mike Bonanno y Andy Bichlbaum son las identidades bajo las que actúan The Yes Men, un dúo de activistas estadounidense cuya especialidad es identificar a grandes corporaciones y organizaciones que consideran que están llevando a cabo una actividad criminal y hacerse pasar por ellos. Una vez encuentran el momento propicio, las someten a lo que llaman un proceso de «corrección de identidad», emitiendo comunicados o presentando proyectos descabellados en su nombre, y desenmascarando así el espíritu puramente lucrativo y la completa falta de moral que a menudo mueve a estas organizaciones.

Entre sus hazañas se cuenta, por ejemplo, haber hecho que la compañía Dow Chemical bajase un 4 % en bolsa, perdiendo dos mil millones de dólares en tan sólo veinte minutos, haciéndose pasar por uno de sus representantes y anunciando que la empresa reconocía su responsabilidad en el accidente ocurrido en 1984 en su planta de Bhopal, en la India, y que iba a indemnizarse a las víctimas. El trabajo que hay detrás de esta y muchas otras acciones está recogido en sus tres documentales: The Yes Men (2004), The Yes Men Fix The World (2009), y The Yes Men Are Revolting (2015). En la actualidad, los Yes Men también trabajan en el proyecto Yes Lab y en escuelas de activismo, en las que colaboran con otros colectivos para ayudarles a impulsar sus campañas y añadirles un giro creativo.

Hablamos con ellos sobre la evolución de su carrera desde los inicios hasta sus proyectos presentes, sobre la importancia de la narrativa en su trabajo, sobre los errores que la izquierda tiene que dejar de cometer, y sobre los desafíos que ahora más que nunca debe encarar el activismo en general, ante el futuro incierto e inquietante —todavía pre-COVID-19, cuando se hizo esta entrevista— hacia el que nos encaminamos.

Mike Bonanno y Andy Bichlbaum presentan durante una conferencia en 2006 el Survivaball, un traje diseñado especialmente para grandes empresarios, que les permitirá sobrevivir a cualquier tipo de catástrofe causada por el cambio climático.

HV: ¿En qué proyectos estáis trabajando en este momento?

The Yes Men: Lo más importante que estamos haciendo ahora mismo es un proyecto en el que trabajaremos con activistas de todo el mundo durante los próximos tres años, diversificando el tipo de técnicas que usan, y montando campañas. Ellos tienen sus propios proyectos, este año nos centramos en la vivienda, y el año que viene en el medio ambiente. Lo que hacemos es ayudarles a ampliar su repertorio y sus acciones. Nuestro último proyecto  fue una marcha zombi para protestar contra políticas de vivienda segregacionistas en Ciudad del Cabo. Igual os habéis fijado en que esto era totalmente distinto a todo lo que habíamos hecho antes, y es porque en realidad fue idea suya: nosotros simplemente les dimos algunas pautas y les ayudamos a plantear lo que querían lograr, desde un punto de vista externo, y a ellos se les ocurrió esta locura que era perfecta para su contexto y a nosotros jamás se nos habría pasado por la cabeza. Lograron movilizar a cientos de personas, y entre ellas a un montón de niños, que ellos querían que estuvieran implicados en pensar y trabajar sobre estos temas, así que había muchas actividades divertidas para niños que eran parte de la acción. Al final la marcha  llegó a la primera página de los periódicos simplemente por lo diferente que era de lo que suelen hacer. Por ejemplo, el día antes de que llegásemos nosotros, habían entrado en un juzgado interrumpiendo un procedimiento de desahucio, lo detuvieron, y después fueron a la casa de la persona que estaba siendo desahuciada, forzaron la puerta para que volviese a entrar, y pasaron toda la noche fuera de la casa, cantando, impidiendo que llegase la policía. Que es algo que a nosotros nos resulta muy radical y poderosísimo, pero allí no sale en las noticias porque pasa constantemente y están acostumbrados. Así que, en resumidas cuentas, nuestro trabajo es hacer que la gente piense de otra manera, no necesariamente mejor, pero en un cierto contexto puede ser más efectivo hacer algo que no hayan hecho nunca.

Marcha zombi en Ciudad del Cabo en septiembre de 2019.

HV: ¿En qué se diferencian el Yes Lab y este proyecto de escuelas de activismo?

The Yes Men: Son muy diferentes. Cuando vamos a un sitio como Ciudad del Cabo, donde les ayudamos a desarrollar algo, es el Yes Lab. Las escuelas es donde formamos a la gente para que haga precisamente eso, lo que nosotros hacemos. Los entrenamos para desarrollar un proyecto de principio a fin, y para ayudar a colectivos a crear acciones que encajen en sus campañas. A estas personas las llamamos los Yes Guides. Son como nuestros aprendices, vienen con nosotros adonde vayamos. Estamos intentando formar un grupo lo más grande posible de personas que entiendan cómo hacer estas cosas, cómo desarrollar los proyectos, con diferentes enfoques creativos para hacer campañas de distintas maneras. Siempre ha habido un pequeño grupo de gente con la que trabajamos, pero estamos intentando ampliarlo. Y en eso consisten más que nada las escuelas. Tenemos también una beca especial para eso. Y por supuesto, aparte de lo que hacemos, llevamos una década organizando talleres.

Esto es más o menos a lo que nos dedicamos. Bueno, y la película; estamos haciendo una nueva película, pero no creo que estemos preparados todavía para hablar de eso.

HV: ¿Creéis que este proyecto de las escuelas afectará a la naturaleza del activismo que hacéis? ¿Es algo nuevo, o lo mismo que ya hacíais antes a una escala más grande, involucrando a más gente?

The Yes Men: Bueno, esperemos que lo cambie, ¡nunca habíamos hecho una marcha zombi antes! Así que, sí, ya está cambiando las cosas que hacemos. Pero, por ejemplo, estamos trabajando ahora con un grupo en Belfast que quiere hacerse pasar por alguien en una conferencia. Así que también estamos trabajando en el mismo tipo de cosas que hacíamos antes. Sólo que más en sintonía con algún colectivo o incluso con activistas y campañas locales.

HV: Esta nueva escala de vuestro activismo, ¿os ha traído nuevos problemas? ¿O ha sido fácil ampliar vuestro discurso para llegar a más gente?

The Yes Men: Bueno, este año tenemos un proyecto muy específico en el que estamos trabajando con seis activistas de todo el mundo en sitios como Tanzania, Estambul o Belfast, y un par de sitios más donde hay conflictos relacionados con apropiación del territorio, así que esa es la cantera de gente con la que estamos trabajando ahora mismo. El año que viene será distinto. Pero como parte de este programa tenemos un número limitado de personas con las que hemos elegido trabajar, así que el trabajo es duro, pero no es difícil encontrar gente.

HV: Nos gustaría saber un poco más sobre cómo os conocisteis y los proyectos que habíais hecho antes por separado, la Organización por la Liberación de Barbie y el pirateo de SimCompter, cómo os pusisteis en contacto y cómo comenzasteis con el proyecto de los Yes Men.

The Yes Men: Es un poco complejo de explicar, porque a lo largo de los años hemos contado historias diferentes según a quién. Yo [Mike] había hecho el proyecto de la Organización por la Liberación de Barbie [Barbie Liberation Organization] años antes de conocer a Andy. El proyecto era una respuesta a una muñeca que había lanzado Mattel, que era una Barbie adolescente que hablaba y decía cosas como «las mates son difíciles», así que eso hacía pensar inmediatamente en qué otras cosas podría decir. En realidad parte de la idea vino de mi tía abuela, que en aquel entonces tenía ochenta y muchos años —esto fue en 1993—, y cuando le estaba hablando sobre el tema, me dijo: «A mí Barbie me da igual, es G. I. Joe [muñeco militar] el que creo que debería cambiar». Y entonces se me encendió una bombilla y pensé, igual hay G. I. Joes que hablan, y en efecto había uno, así que encontré la forma de abrirlos y cambiarles las voces.

Panfleto de la Organización por la Liberación de Barbie.

Esa yuxtaposición, simplemente el cambio a algo opuesto, era muy graciosa, y me di cuenta de que quería que se hiciera mediático, así que creé esta organización falsa, que en cierta forma se hizo real porque tuve que reclutar a un montón de amigos por todo el país, para que comprasen muñecos y me los mandasen. Los sacaba con cuidado de la caja y les hacía la operación, el cambio, y después los reenviaba para que los volviesen a colocar en las estanterías de las tiendas. Pero para que arrancase del todo mandé unos comunicados de prensa que se atribuían la responsabilidad de la acción en nombre de la Organización por la Liberación de Barbie y mostraban a las muñecas operándose unas a otras, daba mucho juego. Tuve que mandar grabaciones a emisoras de noticias, en aquel entonces había que hacerlo así. Pero la historia despegó porque alguna gente realmente compró las muñecas, y a otra gente la mandé yo a comprarlas y llamar a la prensa de inmediato. Así que tenía todas estas capas, tanto de manipulación y de engaño como de verdad, porque la gente que compró una realmente la compró, y sabían lo que estaban comprando —los niños no necesariamente lo sabían—. Así que la noticia empezó en San Diego y en Albany; en Albany tuve que hacer algunas maniobras inusuales. Un medio local iba a cubrir la noticia y me preguntaron dónde estaban las muñecas. En ese momento todavía no había ninguna, pero como conozco bien esa zona, porque es donde crecí, les dije dónde y rápidamente salí a poner algunas en las estanterías. Justo llegué antes que los periodistas y pude ver cómo retransmitían la compra de una muñeca y decían: «¡Vaya, es cierto, están en todas partes!». Así que parecía que realmente estaban en todas partes; y después de lanzar la noticia también en San Diego y Nueva York se convirtió en una noticia mundial.

En retrospectiva hay cosas que no hice que podría haber hecho, como conectarlo con el trabajo de activistas, movimientos y campañas reales, pero en cualquier caso fue una noticia muy popular, llegó hasta Brasil. En aquel tiempo, cuando los medios eran mucho más dominantes, cuando la gente compartía las mismas noticias, me parecía una forma muy poderosa de hablar. Ahora, en cambio, vivimos todos divididos, en nuestros pequeños mundos propios. Pero, sí, eso fue lo que me hizo comprometerme con esto y seguir avanzando en esa dirección. Conocí a Andy a través de un amigo común, que sabía que yo había hecho esto y que Andy había pirateado SimCopter añadiendo contenido a este videojuego en el que estaba trabajando, y a partir de entonces empezamos a trabajar juntos a través de internet, pero no nos conocimos en persona hasta tiempo después.

Imagen del videojuego SimCopter pirateado para que, de vez en cuando, aparecieran parejas de hombres semidesnudos besándose, entorpeciendo la masculinidad normativa de los jugadores.

HV: Algo que os diferencia de otros activistas es que en el trabajo que hacéis se percibe un sentido narrativo. Por ejemplo, viendo vuestros tres documentales seguidos da la sensación de que son una trilogía: desde los inicios, cuando teníais menos experiencia, hasta el tercero, donde tenéis más problemas y os asaltan las dudas. ¿Qué podemos esperar en este sentido de la cuarta película, cómo ha evolucionado vuestra carrera en los últimos años?

The Yes Men: Sin duda, pensamos las cosas como una historia, es decir, a un nivel individual todo evento mediático, toda intervención, es una historia, y tienes que contarla de tal manera que funcione para ese momento y le llegue a la gente. Para esto desde siempre hemos utilizado los medios de comunicación, y seguimos intentando averiguar qué hacer en este extraño mundo fragmentado que son las redes sociales. Creo que es mucho más difícil de predecir. Pero seguimos intentando hacer lo mismo, con los mismos métodos, desde el primer documental.

Esa película (The Yes Men, 2004) simplemente seguía una historia que estábamos haciendo y no estaba especialmente desarrollada, era más como un documental observacional que sólo cubría la parte en la que hacíamos las acciones, y poco más; había poca narrativa más allá de eso. Esto se debió en gran parte a la falta de medios: lleva mucho tiempo seguir a alguien a todas partes y observarle realmente en vivo. Le habíamos pedido a Chris Smith, a quien conozco desde hace años, que lo hiciera. Es un gran director de cine, pero en ese momento tenía que mantener a todo su equipo sólo haciendo publicidad, así que la mayor parte del tiempo teníamos a un chico de diecisiete años siguiéndonos y grabando. Por eso tampoco pudimos permitirnos hacer mucho más, y no hay nada especialmente interesante en la forma en la que está rodado; el documental simplemente se deja llevar por la fuerza de las acciones. Pero incluso en esa película intentamos entender lo que estábamos haciendo con una continuidad narrativa, donde cada acción condujese a la siguiente.

El segundo documental (The Yes Men Fix The World, 2009) es más gamberro, y tiene cosas mucho más difíciles de conectar porque las acciones suceden en muchos lugares diferentes. Y en el tercero (The Yes Men Are Revolting, 2015) el hilo conductor es más una polémica, un argumento político. Elegimos que lo que guiara la trama fuese más la historia personal. Y el próximo que vamos a hacer es una película sobre muros, es mucho más simple, y quizás por eso en términos narrativos va a funcionar mejor. En realidad, lo que vamos a hacer es construir el mayor muro de todos. Es un único viaje, un único tema. Que por supuesto está relacionado con otros, pero no tenemos que desarrollar un argumento basado en una lección política e intentar meter todo dentro, es un ejercicio distinto basado en una historia más simple; pero, sí, la historia sigue siendo la parte central, es narrativa, en esencia. Es una respuesta a ese instinto que impulsa a la gente a contar historias de picaresca y engaños, toda cultura lo tiene, con sus personajes estafadores. Supongo que eso es lo que estamos emulando, estamos intentando ser esos personajes en el contexto actual. Pero la historia lo es todo.

HV: Respecto a esta progresión narrativa: vuestro segundo documental es muy optimista, todo parece estar saliendo bien, mientras que en el tercero parece que todo va mal en el mundo y os preguntáis qué podemos hacer para que mejore, aunque sea un poquito. Un aspecto central de este último documental es la evolución de las ganas de cambio social que apreciáis en la gente; primero os ilusionáis cuando os unís al movimiento de Occupy Wall Street y sentís que hay una energía colectiva que impulsa a la gente, pero luego esta fuerza parece decaer otra vez, y no volvéis a verla resurgir, transformada, hasta la catástrofe del Katrina. La película sigue un poco eso, los altibajos de este impulso social que hace que la gente se una para hacer del mundo un lugar mejor. ¿Dónde pensáis que podemos encontrar esa fuerza ahora, cinco años más tarde, cuando vivimos en ese mundo siniestro y fragmentado del que hablabais antes?

The Yes Men: Bueno, todo es una mierda. Es decir, vivimos en una época que da mucho miedo, una época terrible. Van a cumplirse setenta y cinco años desde la Segunda Guerra Mundial, que fue el último colapso a nivel mundial, un «todos contra todos» con casi todo el mundo implicado, y da la sensación de que nos estamos dirigiendo hacia un momento parecido. Pero al mismo tiempo, a pesar de lo deprimente del momento, mientras la crisis ambiental se aproxima, es importante recordar que hay épocas en las que todo cambia con mucha rapidez, así que esto podría conducir a un momento en el que todo se pone muy mal antes de dar un giro en una nueva dirección. Así que quizás también podría pasar algo así, y es bueno que lo tengamos en mente, que con la presión suficiente podría suceder. Hace sólo diez años parecía que estaban pasando montones de cosas positivas respecto al impacto de la cultura digital, al principio de los años noventa todo era estupendo y maravilloso y lleno de posibilidades. Y después llegaron el boom y el estallido de la burbuja puntocom, el boom claramente fue un problema… El estallido fue bastante positivo, ayudó, pero va a hacer falta tiempo para que nos demos cuenta del impacto real de estas nuevas tecnologías de la comunicación. ¿Entiende la gente lo nocivas que son para la democracia? Pero tal vez cuando nos demos cuenta también podamos encontrar una forma de regularlas y hacerlas útiles.

Ahora todo va en nuestra contra, pero incluso el capitalismo está llegando a sus límites, o ya los ha rebasado; más gente empieza a ser consciente de esto. Hay ciertas señales positivas. Por ejemplo, la película Parásitos, que acaba de ser premiada en los Oscar, y esto es interesante, porque ha captado la atención de la gente. Es una película muy buena desde el punto de vista del entretenimiento, pero que también toca todos estos problemas, la desigualdad, el capitalismo, el cambio climático, el impacto que tienen estas cosas, y el hecho de que esté llegándole a la gente de forma tan mayoritaria hace pensar en posibilidades que se abren para lo que pueda venir a continuación.

HV: El laughtivism [juego de palabras entre laughter (risa) y activism] que vosotros hacéis y Parásitos también tienen en común que Parásitos es una película divertida, pero que además tiene profundidad, puede leerse a muchos niveles. Una persona que de entrada pueda no estar de acuerdo con vosotros en algunos aspectos podría ver vuestros documentales y encontrarlos entretenidos, y tal vez así tener ganas de saber más de vuestro trabajo. Vosotros entretenéis a la gente pero también la involucráis en un diálogo más profundo. ¿Hay otros tipos de activismo que encontráis contraproducentes, quizás el «activismo furioso» clásico, que a veces produce rechazo en alguna gente?

The Yes Men: Hay algo que no está ayudando mucho ahora mismo, que es la «cultura de la denuncia», en la que la gente se ataca una a otra, incluso dentro de la izquierda, por no ser «suficientemente» lo que sea. No eres lo suficientemente bueno recordando usar lenguaje inclusivo, por ejemplo. Creo que esta actitud en gran parte perjudica el aspecto social, la encuentro muy narcisista. Se centra mucho en los derechos individuales de cada uno, todo debería ser como cada uno quiere, pero evitando tener ningún tipo de conflicto con otra gente al respecto. Pero el problema es que todos estamos hundiéndonos en el mismo barco, y necesitamos el aspecto social para sobrevivir. En este momento es la única forma de llegar a alguna parte, y la derecha, al menos en EE.UU., está sumándose muchos puntos señalando la división dentro de la izquierda. Hacen cosas como revertir la idea de, por ejemplo, el racismo, y dicen: bueno, en realidad estos tipos son más racistas, están excluyendo a gente, son intolerantes, no son inclusivos para nada.

Una vez di una charla en una universidad donde me dieron una lista de palabras o temas de los que no querían que hablase, y si quería hablar de ellos tenía que decírselo con antelación. Eran todo tipo de temas, violencia, muchísimas cosas, y yo pensé: no puedo evitar hablar de estas cosas. Si tu trabajo lidia con estos problemas, ¿cómo puedes no hablar de ellos? Si estás luchando contra la violencia contra la mujer, ¿cómo lo haces sin hablar de ello? Ese incidente me hizo pensar que esta hipersensibilización no puede ser buena, porque lo que hace es absorber muchísima energía. Y entiendo que sus objetivos son crear una sociedad más justa, igualitaria y tolerante en la que todos podamos coexistir, pero primero tenemos que neutralizar a un montón de putos fascistas: están justo ahí, en nuestras calles, y podemos hacerlo juntos o en su lugar podemos pelearnos entre nosotros. Así que es a ese respecto que creo que la izquierda, o los progresistas, tienen que ponerse las pilas, porque la totalidad del proyecto de la izquierda se basa en la solidaridad, y no estamos desarrollando la solidaridad excomulgando a gente y diciéndole que no puede ser parte de ella.

Esa es mi única crítica. Por lo demás, también creo que los movimientos triunfan por su diversidad, diversidad de tácticas, así que si hay alguien que está actuando de forma estridente o violenta o lo que sea, y lo hace desde los márgenes, bueno, también está ayudando a definir lo que es aceptable en el medio, así que yo diría que los márgenes a veces son muy valiosos. En EE.UU. basta con mirar el movimiento por los derechos civiles para tener un ejemplo. Piensas: sí, la gente seguía a Martin Luther King porque era un buen cristiano, un hombre amable que predicaba la no-violencia, pero al mismo tiempo había otros movimientos, como los Panteras Negras, que eran los que definían lo que la gente blanca debía temer. Así que creo que mi respuesta de político a esa pregunta sería que no me cierro a nada que trabaje para la consecución de un objetivo común, quiero considerarlo desde una perspectiva más amplia que la de aquellos que persiguen cosas más razonables y olvidan a los más, digamos, escandalosos.

HV: También en relación con esto último: a veces se os ha criticado por las cosas que hacéis, por ejemplo por vuestra acción contra Dow Chemical, que es una de las cosas con más éxito que habéis hecho, pero que mucha gente criticó porque dijo que su éxito se basaba en el sufrimiento de todas esas víctimas que durante un par de horas creyeron que era cierto, y que no valía la pena hacer este tipo de cosas si iban a causar ese sufrimiento. ¿Cómo afrontáis este tipo de críticas?

The Yes Men: Al principio nos sentimos realmente mal, porque pensamos que habíamos cometido un error. Más tarde tuvimos la oportunidad de hablar con la gente en la que había tenido un impacto, que no eran muchos, sólo quienes estaban junto al reportero de la BBC cuando salió la noticia, activistas que habían estado trabajando en estos problemas durante mucho tiempo. Descubrimos que habían tenido una reacción totalmente distinta de la que cabría esperar desde una perspectiva occidental, paternalista, de cómo son las víctimas en un país en vías de desarrollo. Pensaron que era genial, les encantó. Estuvieron disgustados brevemente pero después entendieron el contexto mejor que cualquiera, y lo disfrutaron realmente. De hecho, en nuestro segundo documental hay un momento muy curioso con un periodista que llevaba advirtiendo de que la planta iba a explotar años antes de que lo hiciera, y nadie le hizo caso, así que ha pasado su vida en cierto sentido torturado por no haber logrado que le escuchasen antes de que fuera tarde. Cuando hablamos con él sobre su reacción nos dijo que le había parecido un regalo enorme, porque le permitió sentir una emoción que sabía que jamás iba a sentir, el éxtasis de haber triunfado, aunque sólo fuera por un rato. No se centraba en la ira ni en las falsas esperanzas, se centraba en el sentimiento positivo que tuvo en ese momento.

Esto está totalmente fuera de nuestra idea del mundo, de cómo creemos que la gente debería pensar, y fue uno de esos momentos en los que te das cuenta de que no entendemos realmente qué impacto va a tener algo sobre la gente, sobre las víctimas, o sobre una cultura diferente: tenemos que preguntarles a ellos, y eso es precisamente lo que no suele hacerse. En esa ocasión la BBC estaba informando y no les preguntaron cómo se sentían, simplemente se centraron en esta idea de las falsas esperanzas, que en gran parte es una proyección de cierto paternalismo colonial. Como si esta gente entendiera peor esta situación de lo que tú lo haces, porque crees que son más simples, así que les tratas como a niños, como diciendo: ahora los niños van a estar tristes. Y te dirán: llevamos veinte años tristes. Si crees que algo como esto, que puede ponernos tristes durante cinco minutos, o desencantarnos porque no era verdad, nos va a torturar realmente, es que no estás bien de la cabeza. Eso es lo que muchos de ellos dijeron: sabemos quiénes son los auténticos causantes de este problema, y no son estos tíos. Pero, en cualquier caso, fue una montaña rusa de emociones porque al principio tuvimos que lidiar con esta idea de que habíamos ofendido muchísimo a alguna gente y les habíamos dado falsas esperanzas.

Andy anuncia en directo en la BBC la intención de Dow Chemical de asumir su responsabilidad en la tragedia de Bhopal.

En realidad hemos pasado por esta misma situación con más gente, con personas desfavorecidas; por ejemplo, nos pasó en Nueva Orleans, cuando hicimos unas declaraciones falsas en nombre del Departamento de Desarrollo Urbano diciendo que volverían a abrirse los edificios de viviendas sociales que seguían cerrados un año después del Katrina. Los medios dijeron: esto es terrible, le han dado a la gente falsas esperanzas de que iban a volver a sus hogares. Pero luego dices: espera, ¿qué es lo terrible, que tengan falsas esperanzas, o que no puedan volver a sus hogares? Y la gente que no está en su casa dice: lo terrible es que no podemos volver. Es esta misma idea de que las víctimas son de alguna manera más simples, y que sus esperanzas, por el hecho de ser víctimas, sólo son falsas esperanzas.

HV: Habéis tenido problemas más graves, vuestra acción contra la Cámara de Comercio de EE.UU. os valió una denuncia. ¿Es la Cámara de Comercio vuestro archienemigo, o tenéis otros?

The Yes Men: No sabemos muy bien qué fue lo que pasó realmente, si fue simplemente su reacción o una conspiración más elaborada de alguien que nos odia, pero lo que está claro es que eran los que más se prestaban a denunciar, porque se beneficiarían de ello. Son una organización sin ánimo de lucro, así que reciben su dinero de millonarios, compañías petroleras, esa calaña. A todas estas empresas y millonarios, que son miembros, les interesa atacarnos, pero no quieren hacerlo a través de una de sus marcas porque puede dañarlas, así que podría haber sido una conspiración y que dijeran: ¡por fin podemos atacar a estos tíos! O podría ser que hubiera un tipo enfadado que decidió que nos iban a denunciar. Pero finalmente su estrategia legal fue tan mala que tuvieron que dejarlo estar, aunque está claro que querían darnos una lección, simplemente no sabemos sus motivos concretos.

HV: Otra de vuestras acciones que nos llama la atención fue la que hicisteis en el festival Roskilde, en Dinamarca, cuando colaborasteis con Edward Snowden. Les hicisteis creer a los asistentes que todas sus comunicaciones serían grabadas durante el festival. ¿Cómo lograsteis contactar con Snowden y montar esta acción?

The Yes Men: No recuerdo cómo nos pusimos en contacto con él, quizás a través de Laura Poitras. Ya habíamos hecho un evento con él en Los Ángeles, donde anunciamos que había sido perdonado por Barack Obama, evento al que asistió Snowden, y también estábamos allí con un imitador suyo, fue muy divertido. Así que reciclamos un poco la idea para Roskilde y le añadimos todo esto de que los asistentes iban a ser espiados, que solamente era darle publicidad a algo que ya estaba ocurriendo, lo que el gobierno danés ya estaba haciendo en colaboración con el gobierno de Estados Unidos y algunos más en Europa. Fue increíble trabajar con él, porque sabe tantas cosas y es tan divertido, y ver a esas riadas de gente venir a verle… era como un héroe mundial. Cuando veíamos a la gente pensábamos: la hostia. Esto era lo más grande que habíamos hecho nunca, gente hasta donde alcanzaba la vista… Cambió todo el sentido de lo que significaba esa acción porque participó tanta gente. Creo que ese fue otro punto álgido para la cultura digital, también lo veía en mis alumnos cuando se interesaban por lo que estaba pasando con los whistleblowers, WikiLeaks y Anonymous. Después decayó, y desde entonces está la cosa bastante mal. Han rastreado y detenido a mucha de la gente de Anonymous… Ahora es una mierda.

Snowden en el Festival Roskilde, en 2016.

HV: ¿Qué os parece el activismo que ha surgido desde Greta Thunberg, en el último año más o menos, os parece positivo? ¿Qué sentisteis al ver a Greta por primera vez?

The Yes Men: Fue genial, era el momento que habíamos estado esperando la última década y media, como ¡por fin, algo está pasando!, algo diferente, un punto de inflexión. Es emocionante y se agradece poder volver a sentirse así. Como activista, trabajando por lograr cosas que en cierto modo son imposibles, siempre tienes momentos en los que pierdes la esperanza y luego la recuperas, pierdes energía y luego la recuperas. Greta ha inspirado a un montón de gente a recuperar ambas. Es la gente joven la que tiene que cantarle las cuarenta a los viejos y decirles: ¿qué cojones? Así que sí, es estupendo.

HV: Ahora que estáis centrados en las escuelas y en hacer activismo a mayor escala, ¿planeáis expandiros a otras áreas o hacer otro tipo de acciones? ¿Cuáles son vuestros planes para el futuro?

The Yes Men: Ahora mismo tenemos el documental que queremos hacer, así que tenemos que ponernos con eso pronto. Las escuelas son un proyecto continuo que depende de las necesidades del grupo sobre el terreno, así que eso implica un mucha resolución de problemas y desarrollar contextos, y seguramente seguiremos trabajando de esa forma y viendo adónde nos lleva. Obviamente, desde hace años nos interesan cosas como el clima, porque de alguna manera esa es la madre de todos los problemas; si podemos arreglar eso podemos arreglar tantas otras cosas. Probablemente sigamos trabajando sobre ello, especialmente el año que viene, este año trabajamos con gente que se ocupa más de territorio, vivienda, presiones en el mercado inmobiliario… Y el año que viene será el activismo climático, así que seguramente el foco estará puesto en la ecología.

 

Si quiere saber más sobre el trabajo de otros activistas a los que admiramos, no se pierda esta entrevista que le hicimos a Joey Skaggs.

 

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